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LAKERS 102 - NETS 108

Los Nets superan a los Lakers el día del regreso de Collins

El pívot se convirtió en el primer gay en activo en jugar en la NBA. Los de Brooklyn logran poner fin a una racha de once derrotas ante los amarillos. Pau, 22 puntos y 11 rebotes.

Jason Collins, espera en la banda para debutar con su nuevo equipo, los Nets de Brooklyn.
Jason Collins, espera en la banda para debutar con su nuevo equipo, los Nets de Brooklyn. EFE

Los Brooklyn Nets cortaron una racha de 11 derrotas seguidas frente a los Lakers (102-108) y hundieron a su rival en la última posición de la Conferencia Oeste en una jornada histórica para Jason Collins, que se convirtió en el primer deportista homosexual en activo que juega en la NBA.

Deron Williams firmó 30 puntos y 7 asistencias, mientras que Paul Pierce añadió 25 tantos. Pau Gasol lideró a los suyos con 22 puntos y 11 rebotes, secundado por los 19 tantos de Jodie Meeks. La última derrota de los angelinos frente a los Nets se dio en noviembre de 2007.

Fue un día feliz para Collins. Conoció su fichaje sobre las 8:15 de la mañana, cuando aún desde la cama no daba crédito a los mensajes de texto que le había enviado su agente. El jugador explicaba antes del choque que apenas le había dado tiempo a aprender los esquemas básicos de su nuevo equipo y que su principal objetivo era ayudar lo máximo posible a la franquicia neoyorquina.

"No tengo tiempo en pensar en la Historia. Sólo quiero hacer mi trabajo", manifestó. Collins, que hizo pública su homosexualidad en abril del año pasado, llega a Brooklyn con un contrato de 10 días, pero quiere convencer al cuerpo técnico de que puede ser una pieza importante en el camino hacia los playoffs. "Necesito ser un jugador sólido. Esa ya es presión suficiente", sostuvo.

El duelo arrancó con un monólogo de Pierce, inmaculado desde el perímetro e imperial en la zona, dando clases de técnica individual de espaldas al aro (12-31) en medio del habitual circo de pérdidas de balón de los Lakers -4 en menos de 4 minutos-, incapaces de frenar el vendaval ofensivo de su rival (12/15 en tiros a canasta).

Los angelinos empezaron a ver el cielo algo más despejado con la entrada en cancha de Nick Young, de regreso tras su lesión de rodilla, quien lideró un parcial de 13-2 para recortar distancias (25-33). En ese momento, el minuto 12, el público del Staples Center recibió con
aplausos la aparición de Collins. No existió una gran ovación. Tampoco hubo mucha gente en pie. Solo normalidad. La misma con la que soñaba al hacer público su caso.

No acabó con grandes números, pero cumplió con lo que se le pide: el trabajo sucio de toda la vida, aquel que no se refleja en las estadísticas pero que deja magullado a más de un rival con fuerza e intensidad bajo aros.

La reacción angelina se encasquilló rápidamente debido a sus lastimosas lagunas defensivas. Williams, viendo una autopista cada vez que encaraba el aro, tomó el testigo anotador en Brooklyn y llevó a los suyos a disfrutar de otra cómoda ventaja de 17 puntos (32-49) poco antes del descanso.

En la segunda parte las fuerzas empezaron a fallar ligeramente entre los jugadores de los Nets, que habían perdido la noche anterior en su visita a la cancha de los Warriors.

Otro parcial de 13-2, esta vez comandado por Kent Bazemore y Meeks, acercó de nuevo a los locales (74-80), aunque la decisión de Mike D'Antoni de jugar tanto tiempo con cuatro pequeños provocó desajustes decisivos a la hora de cerrar el rebote.

Dos triples consecutivos de Mirza Teletovic dejaron el marcador en 74-86 a falta de un cuarto y obligaron a los Lakers a seguir remando contracorriente, colocándose a 4 (85-89) merced al trabajo del recién llegado MarShon Brooks y del chispeante Young. Hasta allí llegaron los
esfuerzos del banquillo de los Lakers. D'Antoni confió ciegamente en sus hombres secundarios como hizo el viernes contra Boston, pero esta vez le salió mal la jugada.

El técnico dio entrada a Gasol con 5 minutos por jugar (86-97), y aunque los Lakers subieron enteros en defensa, era demasiado tarde para frenar el arsenal exterior de los Nets. Al final, con los jugadores desfilando hacia vestuarios, el número 48 de Brooklyn sonreía más que nadie sobre la pista. Era un hombre sin miedo a ser él mismo.