No hubo emoción. El Estudiantes (116 de valoración general por 46 de su rival) dominó el partido de los nervios y las necesidades en el Pisuerga, confirmando su línea ascendente y dejando claro que está dispuesto para salir de la zona roja de la clasificación. Enfrente un colista perdido, ahogado en su desesperación y en su incapacidad para competir en una Liga que se le queda muy grande. El sonrrojante resultado provocó que Ricard Casas pusiera su puesto a disposición del club, que tendrá que decidir en los próximos días.

El partido no tuvo mucha historia, un 11-25 de salida abría el camino de la victoria a un Estudiantes que tuvo en Van Lacke la pausa, en Slokar el dominio y en Kuric la ejecución. Un paso de gigante para ambos equipos, pero con trayectorias opuestas. Estudiantes sale y deja claro que tiene plantilla, entrenador y dinámica, al margen de afición, para competir con cualquiera; Valladolid es el polo opuesto de la película.