Euroliga | Barcelona 80 - Milan 70

Contra la resaca, Brad Oleson

El escolta de Alaska anota 15 puntos en un último cuarto en el que el Barcelona aseguró un triunfo que le mantiene como único invicto del Top-16: 6-0 ya para los de Pascual.

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El Barcelona está 6-0 en el Top-16. Es el único invicto de esta fase y el mérito es mayor porque navega en un grupo de una dificultad extrema. Pero tiene galones a prueba de bombas, y de pájaras, en esta peliaguda etapa de la competición: 18 victorias seguidas, 35 en sus últimos 36 partidos. Con una precisión asombrosa, el Barcelona de Pascual llega siempre en buena sintonía a este momento de la competición. La semana que viene viaja a Vitoria para cerrar la primera vuelta. Pero lo hace sin dramas y con el billete de cuartos casi, casi en el bolsillo: dos partidos de ventaja sobre Olympiacos (4-2), tres al menos sobre todos los demás. Y triunfos fuera ante el citado campeón, el Panathinaikos y el Fenerbahçe, los tres pendientes de pasar por el Palau. Muy cerca, por lo tanto, de los dos primeros puestos de grupo que valen oro: ventaja de campo en cuartos y quitándose de delante (si Maccabi lo permite) a CSKA y Real Madrid.

 

El triunfo ante el Milán tuvo especial mérito porque se logró en plena resaca de la derrota en la última décima de la final de Copa. El Barcelona comenzó el partido defendiendo todavía ese ataque de Sergio Rodríguez con Llull abierto en el lado fuerte. De Málaga salió el Barcelona reforzado en algunos aspectos pero todavía pesa por encima de todo la melancolía de la derrota, el tiro que entró una vez casi sobre la bocina y que sigue entrando (y entrando, y entrando…) colgado de la memoria colectiva de un equipo que apareció en el partido a tiempo: 49 puntos en los tres primeros cuartos (49-52) y 31 en el último (31-18). 1/11 en triples en los primeros 30 minutos, 6/9 en los diez siguientes, incluidos cuatro sin fallo en un pirotécnico arranque que invirtió las sensaciones del partido y encumbró a Oleson, que anotó 15 de sus 17 puntos en ese último parcial: primero los triples que levantaron al equipo, después las canastas que evitaron un conato final de rebelión en el que se quedó solo Langford (11 puntos a la heroica en el último cuarto, 18 en total).

 

El Milán es un buen equipo. Tiene más por fuera que por dentro pero hizo mucho daño en la zona con lo que rascó Lawal y lo que sumó Samuels en un pelea extraña ante Tomic. 16+4 para el bailarín croata, 14+6 para el púgil jamaicano. Sin noticias de Gentile y en un día discreto de Jerrells y Hackett y malo de Moss, el Milán tuvo tres cuartos de partido en el congelador pero acabó licuado en cuanto Huertas y Oleson enchufaron el microondas en un final en el que arreglaron su mal partido Nachbar y Papanikolau. Antes habían sido importantes, en los minutos de refriega más física, Sada y Dorsey. No tanto Lorbek, fuera de foco, y un Navarro que anotó los 4 primeros puntos del Barcelona… y acabó con 6 y viendo el desenlace en el banquillo. Se quitará, seguro, el mal sabor de boca de la final de Copa. Pero será otro día.

 

El Barcelona metió los tiros cuando los tenía que meter y cuidó el balón cuando lo tenía que cuidar. Se sostuvo en el partido cuando jugó muy poco y se escapó en su único sprint. La valoración final (92-59) responde más a las sensaciones de ese último cuarto que a las del partido completo, pero explica también el principal mensaje que se coló por la gatera del Palau: el Barcelona ganó cuando quiso, en cuanto se puso a ello. Se sacudió la pereza que anida en la tristeza y sacó adelante un partido que nacía con un puñado de trampas. Total: 6-0 y otra semana más a la cabeza de todo el Top-16. Así que si buscaba un motivo para reforzar la autoestima, lo tiene justo delante de sus narices.