Barcelona 73 - Estudiantes 56
Una historia de dos mundos
Enorme diferencia entre un Barcelona que ganó a medio gas y tiene en la mano ser cabeza de serie en Copa y un Estudiantes muy flojo que vivió de la inspiración de Colom.
Hace un año y seis días, y en uno de los pocos recuerdos felices a los que se puede agarrar la afición del Estudiantes en los últimos tiempos, el equipo colegial arrasó a un Barcelona horrendo (88-66) y se clasificó para la Copa como octavo. Séptimo, por cierto, fue ese mismo Barça que a la postre se llevó el trofeo. Aquel Estu había ganado 9 partidos en 17 jornadas. Ahora, un año y seis días después, ha ganado 3 en 16 y ocupa plaza de descenso. Aquel Estudiantes sumó una valoración de 106. De ella, 86 la consiguieron estos jugadores: Daniel Clark, Jayson Granger, Tariq Kirsay, Carl English, Lamont Barnes, Germán Gabriel y Lucas Nogueira. Seis que ya no están y uno, el pívot brasileño, que está sin estar por esa lesión de rodilla derivada en culebrón de un lado a otro del Atlántico.
El Estudiantes está en un vía crucis de identidad deportiva e institucional que le impide ahora mismo competir en muchos partidos, no digamos en pista de los grandes. Disimuló durante algunos minutos en el Palau en un duelo que tuvo la frialdad quirúrgica que sigue al guión ya escrito. Todos en mayor o menor medida sabían quién ganaría y cómo. Hasta cuando la inspiración de Colom (17 puntos, 4/6 en triples, 6 rebotes, 7 asistencias) convirtió, ayudado por el sesteo del Barcelona, un 44-30 arrancando el segundo tiempo en un 51-48 cerca del final del tercer cuarto. Huertas puso el despertador, dirigió sin despinarse un parcial de 11-0 (62-48) y el partido rodó manso hacia el desenlace que parecía más probable: 73-54 poco más de diez minutos de baloncesto después de ese espejismo del 51-48. El Barcelona cumplió silbando. Dosificó fuerzas en pleno fregado del Top-16 (viene de Estambul y Atenas y espera a Unicaja) y sumó un triunfo que le da el pase a la Copa y la condición de cabeza de serie salvo que pierda la próxima semana y el Gran Canaria gane y le recupere 98 puntos de basketaverage. Un improbable que hasta en el ideario de hazañas y sueños del deporte se antoja casi, casi, casi imposible.
A un Barcelona sin ganas de dejarse el alma le facilitó más la distensión una lluvia de triples (Nachbar, Navarro, Huertas, Pullen…) que le permitió no ponerse a defender hasta el segundo cuarto. Estudiantes anotó 21 puntos en el primer y 8 en el segundo… y gracias a dos triples en el tramo final de Colom. El andorrano y Slokar sumaron 30 de los 56 puntos de su equipo, todos antes de un último cuarto horrendo en el que Estudiantes se quedó otra vez en 8. Transparente Banic, negados Kuric y Rabaseda, desparramado un Ivanov que necesitó 13 tiros (3/13) para hacer 4 de valoración. Así no hay nada que hacer en el Palau ni siquiera contra el Barça de entreguerras europeas que abre la rotación y reparte minutos. El equipo de Pascual, en definitiva, ha subido ya el nivel lo suficiente como para ventilarse estos partidos con un ojo abierto y el otro cerrado. Ni en defensa ni en ataque es el equipo timorato y confundido del primer tramo de la temporada. Hasta dónde va a seguir la mejoría y para cuánto le va a llegar es lo que le queda por dirimir.
Lampe tuvo minutos como siempre poco aprovechados. Y los tuvo desde el primer cuarto, un asunto que contradice, o al menos enreda, lo que estaba pareciendo una evidente caída en desgracia. Tampoco era el día para sacar grandes conclusiones. Al Barcelona le bastó unos toques de las varitas mágicas de Huertas (13 puntos, 4 asistencias) y Navarro (13+5). Descansaron Lorbek y Abrines y descansó medio partido Tomic. En el otro medio y sin pestañear hizo 18 de valoración. Murcia y Estudiantes han visto en una semana como el pívot croata les ha hecho 39 de valoración en menos de 35 minutos reales de juego. Otra muestra de las enormes diferencias de esta Liga en la que hay muchos partidos como este. Historias de dos mundos, de diferencias tan grandes que tienen el guión escrito de antemano y salvo milagro. Y ni estaba la mañana ni está el Estudiantes para milagros.