El rodillo del Madrid pasa sin piedad sobre el Fuenlabrada

Quizá su juego no enamore tanto ahora como antes, pero a este Madrid no hay quien le salte las costuras. La acumulación de partidos y un mes de diciembre cargado de kilómetros y de exigencia le han restado chispa, pero es un equipo tan profundo y con tanta calidad y compenetración que nadie le gana. El Fuenlabrada lo intentó pero, pese al partidazo de Panko (27 puntos y 30 de valoración), le faltaron mimbres para parar a esta máquina de ganar que ya acumula 29 victorias, 15 en Liga, igualando el mejor arranque de la era ACB, el que protagonizó el equipo blanco en las campaña 87-88. Y está a sólo dos triunfos de completar la primera vuelta perfecta (17-0).

El Fuenla no se cortó ni un pelo ante el líder invicto de la Liga y salió peleón aprovechando la ventaja de altura de Panko en el puesto de alero y tirando sin miedo ante una defensa madridista más permisiva de lo habitual. Laso dio descanso a Rudy Fernández y fue Mirotic (23 puntos y 34 de valoración) quien asumió la responsabilidad en el bando blanco junto a Llull. Las lógicas rotaciones beneficiaron a Dani Díez, que llevaba unos cuantos partidos sin jugar y saludó con un par de triples.

Incluso tirando de su lujoso y amplio fondo de armario, al Madrid le costó doblegar a su rival, pero lo fue logrando gracias a la superioridad de Sergio Rodríguez sobre Cabezas, que regaló un tiro libre y posesión a los blancos por protestar una posible falta. Reyes se hizo daño en el tobillo izquierdo tras un salto en el segundo cuarto y apenas jugó. En el Fuenla, Diagné y Panko redujeron a nueve puntos una desventaja que llegó a ser de 14 (47-33, min. 18) y debutó Chema González, ala-pívot del filial de Adecco Plata, estrenándose con una canasta.

Poco a poco, el rodillo blanco, por pura inercia, aplastó al Fuenla abriendo una brecha ya irreparable en la defensa de su oponente con triples de Llull, Mirotic y Díez (72-48, min. 27).

En el último cuarto, los de Chus Mateo jugaron con orgullo (cinco triples), pero el Madrid no se relajó tanto como el pasado viernes ante el Galatasaray y mantuvo sin problemas una distancia hoy por hoy insalvable para sus rivales.