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VALENCIA BASKET 75 - REAL MADRID 82

El Madrid remonta e iguala el récord de 23-0 de Ferrándiz

El Valencia llegó a tener 15 puntos de ventaja cerca del descanso, pero el equipo blanco, liderado por Mirotic y Rudy, le dio la vuelta al encuentro. 30-51 en la segunda parte.

Felipe Reyes trata de anotar frente a Juanjo Triguero.
Felipe Reyes trata de anotar frente a Juanjo Triguero.EFE
ACB

No hay 22 sin 23, que decía aquel. El Madrid de Laso salvó su racha en una gran segunda parte, digna de un equipo campeón, y tumbó el sueño valenciano de dar caza al líder. Los blancos siguen invictos e igualan el tremendo registro de aquel Madrid de Ferrándiz, que en la campaña 1960-61 encadenó 23 triunfos en competiciones nacionales y europeas. Laso y Ferrándiz comparten ahora récord, aunque el viernes en Badalona el técnico vitoriano puede quedárselo en solitario. Hace 53 años fue precisamente el Joventut quien cortó por lo sano. Veremos si la Penya repite gesta.

Antes del partido se escuchaba llover, el chaparrón de tópicos habituales, que si el Valencia tenía que jugar lento, ralentizar el ritmo y renunciar a los contraataques para frenar al Madrid. ¡Pero si esas son sus armas! “Correr, correr y correr: hay que seguir corriendo”, decían en el banquillo local en un tiempo muerto para desmentir la táctica. Y con defensa y velocidad quebró a su rival en la arrancada: 8-0, 21-8 y 45-30. Sergio Rodríguez conectaba con los pívots. No bastaba. 

Los de Perasovic andaban dos cuerpos por encima en intensidad, saltando al balón en el perímetro como un depredador hambriento, con trampas continuas que trastabillaban la ofensiva blanca. A eso añadieron la puntería de un campeón olímpico: cinco triples en el primer cuarto, siete poco después, justo antes de su máxima ventaja: 45-30. El problema es que luego sólo sumaron otros dos. Ese subidón energético, que casi hace saltar los plomos blancos, fue un pico a la baja en la segunda parte. Cayeron en un carrusel de faltas, muchas evitables con menos nervio y más cabeza. 

El Valencia pretendía seguir iluminando la Fonteta; no podía. El Madrid no le dejaba. Rudy y Mirotic cogieron el toro por los cuernos con la ayuda de Draper, que alargó una mano al pescuezo de los bases locales y ayudó a cambiar el ritmo de su equipo. Ya al final, Rudy se equivocó con una patadita antideportiva por detrás a Sato cuando el pescado estaba vendido. El centroafricano se la devolvió. En la cancha, el madridista se había impuesto en una pelea dura, con intercambio de faltas, pero sin gestos feos. Arrasó en el juego, pero estropeó su partidazo con esa acción. Su espíritu competitivo, el que le empuja a ganar partidos como si fueran batallas, le mete en charcos llenos de barro en los que no debería saltar.

Porque fue él quien impulsó la reacción del líder, el que empezó a zamparse con voracidad los 15 tantos de renta local (metió 12 puntos sólo en el tercer periodo y terminó con cinco asistencias). Gran trabajo también de Slaughter y de Llull. Desde la defensa, el Madrid terminó volando: 30-51 en la segunda parte, con cuatro triples anotados en el último cuarto (dos de Carroll, minutos letales en su reaparición, y otros dos de Llull). Los de Laso entraron en meta estirándose el maillot y colocándose la gorra, luciendo racha y palmito. Triunfo de peso, y de récord: 23-0.