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Real Madrid 82 – Obradoiro 59

Reyes, Llull y la defensa asfixian a un combativo Obradoiro

El Madrid dejó al equipo compostelano en 59 puntos. Le costó arrancar, pero rompió el partido en la segunda parte. Entre Reyes y Llull sumaron 39 puntos.

Madrid
Reyes, Llull y la defensa asfixian a un combativo Obradoiro
FELIPE SEVILLANO

El Madrid suma y sigue, 21 victorias sin freno. Los marcadores a favor no cambian; el juego, sí. El espectáculo ofensivo y regular de los dos primeros meses se ha resentido un pelín en las últimas semanas. Previsible. A mejor era imposible ir. La fatiga de un calendario de locos, las lesiones (Bourousis y Carroll siguen de baja) y un lógico descenso del estado de forma en una etapa valle de la temporada le hacen parecer algo más humano. No uno cualquiera, claro, sino un tipo alto, fuerte y musculoso, pero ya no un extraterrestre.

Los rivales, tampoco ayudan, que para eso están los entrenadores, para dar guerra y embarrar el juego si es preciso. Ese fue el planteamiento de salida de Moncho Fernández, del Río Natura Monbus, del Obradoiro. Sus instrucciones eran claras, clarísimas: cambios defensivos constantes en los bloqueos, daba igual que el base se quedara emparejado con un pívot. Si había otra opción de intercambio más adelante, se ejecutaba (estresante para el que tiene el balón y para el que no), y si el interior del Madrid se iba al poste bajo, ayudas. El objetivo: brega continua y ningún jugador blanco liberado para encarar el aro, vigilancia extrema también frente a los alley-oops. ¿Resultado? 4-3 en el minuto cinco.

Llull tiraba del carro (los nueve primeros puntos blancos), pero el Madrid no fluía. Había rival haciendo cosquillas. El problema para el Obradoiro fue la regularidad defensiva del enemigo, sin esos vaivenes colosales de antaño. Una implicación atrás que a veces resulta más demoledora que su ataque. Un buen detallé fue la última jugada de la primera parte. Slaughter, del que Laso suele decir que es el mejor defensor de Europa, mostró su habilidad para detener a cualquier exterior a siete metros del aro. Negó el triple final a Corbacho y este le dio la mano reconociendo su trabajo y se marchó resoplando al vestuario.

Ni Mirotic ni Sergio Rodríguez tenían duende y, aunque el goteo anotador se puede ralentizar, resulta imposible detenerlo. El Madrid suma como el orfebre que golpea un yunque. Más rápido o más lento, pero constante. El Obradoiro seguía a rajatabla cada línea del guión que traía escrito: 37-33 ya en la reanudación. Buscaba los espacios y dominaba el rebote (bien Junyent y Muscala). Sin embargo, el Madrid arrancó la segunda parte con un plus energético, el de Draper, y con una pareja que iba a dinamitar el muro compostelano.

Entre Llull y Reyes aportaron 39 puntos (21 y 18, respectivamente). El combativo Obradoiro se desmoralizó. Tanto trabajo para nada, y los blancos se dispararon: 71 puntos en los últimos tres cuartos para firmar el 82-59 definitivo. “El mejor equipo fuera de la NBA”, había dicho el técnico del equipo gallego. Amén. Al final, saltó a pista el canterano Alberto Martín y Dani Díez anotó seis puntos en tres minutos. ¿Y Mirotic, qué?, se preguntarán. Pues sumó su primera canasta en juego al final del tercer periodo (diez puntos), pero terminó con 24 de valoración. Sólo por detrás de Reyes (25). Se hacen a la idea, ¿no?