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BARCELONA 67-UNICAJA 74

Joan Plaza desnuda al Barcelona

El Unicaja sale reafirmado del Palau tras imponerse a un Barcelona muy desdibujado. El equipo malagueño tuvo más recursos y controló el juego con el marcador a favor.

Joan Plaza desnuda al Barcelona
Albert OlivéEFE

El Unicaja inició el pasado verano un proceso de lavado de cara encaminado a convertirle de nuevo en el Unicaja tras demasiado tiempo siendo un equipo más. En fase de construcción, ganar en el Palau es un refuerzo descomunal para el andamiaje. Va por el buen camino después de transformar la plantilla y ponerla en manos de Joan Plaza, experto (todos los buenos entrenadores lo son) en explotar las carencias del rival. Y aquí entra en escena un Barcelona que sigue sin ápice de solidez. Cada vez que deja un par de partidos para la esperanza, los continúa con otros de juego cuestionable en los que gana (Nanterre) y pierde (Unicaja). Porque pierde: la final de la Supercopa, dos partidos de Euroliga, tres ya en ACB… seis derrotas a estas alturas de temporada, un dato casi escandaloso que airea una realidad peliaguda y que, de paso, deja al equipo azulgrana ya muy lejos del Real Madrid en la lucha, porque se supone que debería existir esa lucha, por la ventaja de campo de cara a los playoffs.

RESUMEN

Barcelona (20+17+18+12): Huertas (2), Navarro (20), Nachbar (8), Papanikolau (10), Tomic (16) -cinco inicial- Sada (-), Abrines (2), Todorovic (-), Lampe (7), Dorsey (2) y Lorbek (-).

Unicaja (17+26+20+11): Granger (8), Vidal (4), Suárez (3), Sabonis (3), Vázquez (10) -cinco inicial- Calloway (9), Kuzminskas (9), Urtasun (6), Caner-Medley (12), Stimac (10) y Hettsheimeir (-).

Árbitros: José Antonio Martín Bertrán, Carlos Cortés y Martínez Fernández. Eliminaron por cinco faltas personales a Vázquez (min.40).

Incidencias: Partido de la novena jornada de la Liga Endesa disputado en el Palau Blaugrana ante 4.849 espectadores.

El Unicaja ganó sin Dragic, baja de última hora, y con apenas un goteo de su mejor baloncesto. Ganó por sistemas, solidez, confianza y hasta profundidad de banquillo. Ganó porque se repuso sin despeinarse del inicio arrebatador (un tremendo espejismo) del Barcelona: de 11-2 en el minuto 3 a 31-39 en el 17. Ganó porque jugó mejor sus bazas y porque puso mucho de su parte en el suicidio de un Barcelona anoréxico de ideas y cuya rotación sigue siendo un puzzle muy caro pero por ahora irresoluble. El Unicaja ganó con 31 puntos en el segundo tiempo y 11 en el último cuarto. Menos de lo que debería bastar en el Palau y después de sobrevivir a sí mismo. Con 59-70 en el ecuador del último cuarto se paró, sin más objetivo que dejar correr el reloj y sirviendo en bandeja la reacción del Barcelona: 67-70 con 90 segundos por jugar. El final fue tan cruel como significativo para el equipo azulgrana. Navarro falló dos tiros libres y Papanikolau jugó unos ataques finales incomprensibles. Antes, la acción decisiva fue un mate de Fran Vázquez (más sal en la herida) en rebote ofensivo. Era el 67-72 y era cualquier cosa menos casualidad. La mala defensa de su aro y la sangría de rebotes ofensivos de casi cualquier rival son dos de los grandes males de este Barcelona al que además esta vez le tocaba perder: falló muchos tiros cómodos mientras que Unicaja metió los suficientes bajo presión y sobre finales de posesión. Influye la suerte pero también la confianza y el talento. En lo que no influye la suerte, vuelvo al Barcelona, es en el estropicio de pérdidas (16) y en el enésimo naufragio desde la línea de tres: 3/12, 25%.

El Barcelona regaló el partido en un desastroso segundo cuarto y lo perdió en un frustrante esfuerzo incompleto en el último, en el que llevaba dos puntos después de más de cinco minutos. En cuanto Unicaja entró en partido con Calloway y Urtasun dirigiendo y los pívots martilleando (32 puntos y 17 rebotes entre Fran, Caner-Medley y Stimac), el Barcelona aireó unas carencias que deberían ser impropias pero que, ya en diciembre, son cualquier cosa menos inhabituales. El partido fue un retrato del laberinto en el que ahora mismo vive Xavi Pascual. La dirección es un desgobierno en el que aparece Pullen porque desaparecen Huertas y Sada. La defensa interior y el trabajo en el rebote, un dolor de muelas que además responde directamente a la confección de la plantilla. Muchos nombres, pocos especialistas. Papanikolau sólo hizo trabajo de intendencia (insisto: sólo) y Lorbek ha vuelto sin volver. Así que el Barcelona vivió de Navarro y Tomic. Tantos partidos y tantos fichajes después. Abocado a otro mal día en el que finalmente pudo ganar pero en el que volvió a jugar mal. Y ese es el más sencillo y el mayor de los problemas: no juega bien. No defiende como debería un equipo de Xavi Pascual, no ataca como debería una plantilla con esos jugadores. Y por eso se lleva sustos contra equipos mediocres como el Nanterre y pierde contra buenos buenos equipos como un Unicaja que parece por fin en el camino correcto para volver a ser uno de los poderes del baloncesto español.