CAJASOL 62 - REAL MADRID 97
El Madrid continúa imparable
El Cajasol tropezó de salida y, aunque se rehízo, no aguantó el vendaval blanco. Gran partido de Sergio Llull y buenos minutos de Salah Mejri.
El Cajasol más pujante, el que venía de encadenar cuatro triunfos seguidos, resbaló nada más pisar el parqué. Porrazo. En la previa se veía con fuerzas para ponerle la zancadilla al líder, con ese descaro que otorga la juventud (21,2 años de media, el segundo equipo más joven de Europa); pero dudó al ver al toro de frente y cuando quiso reaccionar ya iba 20 abajo (7-27). Su mérito —grande— fue volver a ponerse de pie con un parcial de 19-2: 26-29 en los mejores minutos del letón Kristaps Porzingis, un diamante en bruto de 18 años y 2,12 metros, que además de clase exhibe determinación. Y eso, casi siempre, separa el talento que triunfa del que se queda por el camino.
Entramos entonces en la mejor fase del encuentro, ritmo y descaro para atacar el aro en cinco segundos mejor que en diez, hasta las pérdidas y los correcalles parecían estéticos. El baloncesto que le gusta a la grada, con la velocidad del hockey hielo. El problema para el Cajasol es que meterse en un cuadrilátero a intercambiar mandobles con el Madrid tiene sus riesgos y, como era previsible, no salió bien parado. Otro empellón demoledor (3-21) dejó el combate al borde del KO justo antes del descanso: 33-50.
Aíto intentó agobiar al Madrid presionando la subida del balón, pero la velocidad de Sergio Llull quebró a sus defensores, se autolesionaron. Tiro en el pie. Los sevillanos muestran atrevimiento y mimbres (centímetros y polivalencia, como le gusta a su técnico) para construir un buen proyecto. Siempre es mejor ser osado que claudicar de rodillas. Pero les falló la defensa, la que les había convertido en el equipo que menos puntos había encajado en el último mes. Doble mérito de los blancos. Otra muesca en la culata de un bloque monolítico, que se mueve de una pieza, todos a una y, a la vez, con arte. Se puede explicar; mejor verlo.
La media de los de Laso fue de notable alto, pero por encima asomó la cabecita de Llull. Gran partido. Anotó (15 puntos y 3 triples), corrió y asistió (5). Junto a él, buenos minutos de Salah Mejri, que salió de titular y se movió en las alturas, marcando diferencias, aunque su botín hubiera sido mayor con más tacto y calma cerca del aro. El tercer cuarto resultó demoledor y la losa llegó a pesar 38 puntos (59-97), cifra que ha mudado de escandalosa a ordinaria con este Madrid.