Cenicienta desintegra al Barça

EUROLIGA | BARCELONA 67-NANTERRE 71

Cenicienta desintegra al Barça

Cenicienta desintegra al Barça

LLUIS GENE

AFP

Esperpéntico Barcelona, que encaja un parcial de 7-20 en un horrendo último cuarto y pierde ante el campeón francés, uno de los equipos más modestos de la competición.

Hacía diecisiete años que un equipo francés no ganaba en el Palau. Entonces fue el Asvel, esta vez el Nanterre, uno de los equipos más modestos de la Euroliga que venía de perder de 30 en casa del Partizán y que sólo lleva tres temporadas en la máxima categoría en Francia. Desde una ciudad dormitorio del norte de París llegó a Barcelona con sólo dos partidos disputados en Euroliga en su historia, dos derrotas en las que anotó 102 puntos y 11 triples. Juan Carlos Navarro, el solo, llegaba a este partido con 3.223 y 466. El Nanterre, las inercias del deporte, saltó el abismo que separa a ambos equipos como si fuera un charquito. Y terminó celebrando, más atónito que eufórico, un triunfo histórico ante un Barcelona vulgar. Descentrado, abandonado en defensa e insufrible en ataque. Horroroso.

Bastó el músculo y la intensidad (8 robos, 12 rebotes de ataque) y bastó un buen despliegue de un puñado de norteamericanos meritorios -Daniels, Deshaun Thomas, Foster- y de viejos conocidos como Traore o Gladyr. La Cenicienta parecía dispuesta a ser atropellada (25-12, 33-22, 55-44, 60-51 al final del tercer cuarto) pero encontró siempre una puerta abierta. Y fue creyendo en defensa. Y fueron entrando los tiros. Y terminó disfrutando, en plena sobredosis de adrenalina y confianza, hasta que Foster anotó a falta de siete segundos (67-69) después de cortar una defensa de mantequilla en la que las ayudas de los interiores dieron el enésimo cante. Con esos siete segundos lo único que hizo el Barcelona fue darle el balón a Navarro y dejar que este tirara un triple de cualquier manera y desde cualquier sitio. Era su quinto tiro de campo, todos fallados.

El mérito del Nanterre fue tan tremendo como incomprensible el partido de un Barcelona que ya había amagado (Valencia, Partizán, Joventut e incluso Manresa) con airear sus actuales vergüenzas. El último cuarto se cerró con un parcial de 7-20, con sólo dos canastas en juego de un Barça perdió ocho balones en el segundo tiempo, catorce en total. Todo el partido fue malo excepto un primer cuarto dirigido por la muñeca de Lampe y la intensidad de Abrines, pero esos últimos diez minutos fueron un despliegue de impotencia, falta de dirección y ausencia de sentido.

Pullen no jugó, Sada está en un momento delicado y Huertas cansó a un Pascual desconcertado a base de pérdidas groseras. Sin dirección, tampoco aparecieron las individualidades. Navarro no se conectó, Nachbar falló tiros de todas las clases (0/7), Tomic naufragó ante defensores mucho más pequeños pero mucho más intensos y a Lampe se le escapaban dos rebotes de las manos por cada tiro que anotaba. El Barcelona apenas fue los destellos de Abrines, un poco (demasiado poco) de Papanikolau y el primer tiempo de Dorsey, mucho más esforzados que casi todos sus compañeros.

Incluso el equipo dubitativo y en construcción de todo el arranque de temporada tendría que haber ganado este partido. Pero perdió. Xavi Pascual mueve el molino y cambia piezas, incapaz de que su equipo haga cuatro buenas defensas seguidas o circule con sentido en media docena de ataques consecutivos. El talento está en algún lugar pero no asoma, devorado por la ausencia de concentración, intensidad y cohesión colectiva. Los automatismos siguen brillando por su ausencia y ahora mismo cuesta no plantearse si sólo se trata de una cuestión de tiempo o si subyace un problema mayor de corte y confección. La buena noticia para el Barcelona es que quedan un millón de días y un millón de entrenamientos hasta que lleguen los partidos decisivos. Pascual se enfrenta a un reto mayúsculo con un equipo estruendoso por nombres pero que ahora mismo parece creado a contrapelo, de espaldas a su forma de dirigir. En una semana llega a Barcelona el CSKA, recién apalizado por el Fenerbahçe de Obradovic, ahora mismo patrón del grupo. De esa cita, es la ley de la Euroliga, saldrá un gran favorito ya en solfa demasiado pronto.

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