BARÇA REGAL - HERBALIFE GRANCA
Al Granca se le acaba el tiempo
Un polémico 2+1 de Sada sentencia un partido muy igualado en el que el Barcelona no supo despegarse y el Gran Canaria, que queda contra las cuerdas, no se rindió nunca.
Ningún semifinalista de la ACB ha remontado nunca un 2-0. De hecho es una heroicidad forzar el quinto partido a partir de semejante losa (la historia da menos de un 15% de probabilidades). Esa es la realidad de un Gran Canaria que va camino de dejar un hermoso cadáver pero un cadáver al fin y al cabo. Se le acaba el tiempo, como quizás se le acabó a un Víctor Sada que, con 74-72 y nueve segundos por jugar, limpió un rebote de ataque tras ‘air-ball’ de Navarro y logró el 2+1 definitivo, probablemente fuera de tiempo a juzgar por una repetición poco esclarecedora pero que apuntaba a que la acción era ilegal y a que al Gran Canaria le hubiera quedado un puñado de segundos y un último ataque, dos abajo.
La jugada no es clara pero deja claro que el reglamento debería flexibilizar el uso del instant replay al estilo de lo que ya se hace en la NBA. Más allá de eso, al equipo de Pedro Martínez sale del Palau con un ajustado -10 en diferencia de puntos pero con un demoledor 2-0 en contra. No ha parecido en muchos tramos de lo que va de eliminatoria demasiado lejos de un Barcelona que respira aliviado porque no quería por nada del mundo viajar con exceso de presión (y obligación) a esa caldera del CID donde acumula costaladas: siete derrotas en sus últimas nueve visitas. Y donde todo apunta a que sufrirá horrores para clasificarse para su séptima final consecutiva, récord absoluto de la ACB.
El Barcelona sigue estando sin estar en estos playoffs en los que sólo ha sido rotundo de salto inicial a bocina final en el primer partido ante Bilbao Basket. Desde entonces pasa por variables de juego y ánimo demasiado pronunciadas, en parte por lo justo que llega en posiciones clave y en jugadores determinantes. Así dejó escapar dos match ball en el segundo tiempo: 52-40 en el tercer cuarto y 71-64 en el último y con menos de cuatro minutos por jugar. Un pecado (casi) mortal contra un rival que jamás se rinde y que sobrevivió a base de rebotes de ataque (17, cinco en el último parcial) y de la energía irrefrenable de Newley, que anotó 17 puntos, cogió 9 rebotes y rescató un millón de veces a su equipo en penetraciones que aunaron valor, piernas y lectura de juego. Tampoco funcionó el tiro exterior (5/19 en triples), Toolson maravilló en el primer cuarto y fue poco a poco a menos y en el juego interior Slokar puso sudor, Nelson una aportación más tímida que en el primer partido pero finalmente importante, y Báez un partido de contrastes. Negado de cara al aro (2/12 en tiros) pero fundamental por sus 7 rebotes de ataque.
El Barcelona comenzó bien a lomos de un Huertas que luego desapareció. Navarro anotó diez puntos en el primer cuarto, dos triples en el tercero y sólo dos tiros libres en el último. Lorbek amagó pero no terminó de pegar y Tomic firmó uno de sus peores partidos desde que llegó a España: no tiró, anotó un tiro libre, cogió dos rebotes y vivió siempre cargado de faltas. Así que Pascual no sabrá si sonreir porque a pesar de todo eso su equipo ganó o si preocuparse porque en este nivel pasará las de Caín en el CID, no digamos en la final, si cumple con el pronóstico y la estadística y se clasifica. Trabajaron mucho Sada, Mavrokefalidis y Oleson, que además anotó un par de triples fundamentales cuando el balón quemaba en el último cuarto.
El Barcelona jugó más minutos por delante en el marcador que cómodo. Ganó, con el atisbo de sombra de esa acción final de Sada, y tiene más de un pie en la final. El Gran Canaria sale reforzado en su idea y su tan justamente ganada condición de semifinalista como consciente de que se está quedando corto y de que necesita más, lo mejor de todos y al mismo tiempo. Lo mismo que busca el Barcelona con la mente en el tercer partido del miércoles… y en los que vengan después.