OBRADOIRO 58 - REAL MADRID 74
Carroll saca el fusil y el Madrid ya está en las semifinales
El escolta anotó 25 puntos y Llull resultó fundamental para romper en el tercer cuarto la resistencia de un Blusens Monbus Obradoiro que acabó ovacionado por su público.
El Madrid jugaba en Santiago con red, podía recurrir a un tercer encuentro en el Palacio para pasar a semifinales, pero tiene hambre de triunfos, de títulos, y una vez que mordió a su presa en el tercer cuarto no la dejó escapar. Dispondrá ahora de cuatro o cinco días para preparar el siguiente asalto: Valencia o CAI. Un respiro en un calendario de playoffs apretadísimo.
La hoja de ruta para el éxito del Blusens Monbus Obradoiro, para forzar ese tercer partido soñado y volver a cantar el “sí, sí, sí, nos vamos a Madrid”, tenía unos márgenes estrechos. Había en su plan mucho de lucha, de explotar los recursos hasta el infinito y más allá, y de echarle el lazo al equipo blanco. Un poco de todo eso vimos en la primera parte y de ahí que el Madrid no pasara de los seis puntos de ventaja (16-22). Arrancó a empujones, a tirones, los de Carroll y los de Mirotic, como si se hubiera dejado las luces puestas toda la noche, como si la batería avisara de la falta de carga. Ataques trabados, al ritmo lento del Miudiño, ese cántico que estremece antes de cada encuentro, que ha hecho que la afición de Santiago sea la mejor de España con premio incluido.
El Obra cargaba el juego sobre Mejri, tres mates de salida en su batalla interior con Begic, que se rehízo para nivelar el pulso, para ganarlo aprovechando sus kilos y que el tunecino no recibía ayudas. Puro uno contra uno. Un partido con más pintura que perímetro.
La entrada de Sergio Rodríguez en pista en el minuto 12 no cambió nada esta vez. Carroll sumaba 15 puntos al descanso, en uno de esos días con duende, y Mirotic leía el juego como nadie, se anticipaba en defensa. Muy completo, mucho. Pero el Blusens seguía a lo suyo: 29-28. Buen trabajo general: bien en el rebote, bien atrás forzando al enemigo a ataques fuera del guión y bien en el aprovechamiento de su talento. Iba pies en fila por el camino diseñado por Moncho Fernández.
Intachables ambos técnicos. A Laso se le critica a veces sus rotaciones algo preestablecidas, pero nadie conoce más a fondo que él a su equipo. Y en la reanudación sentó a Carroll. Sí, al mejor, y... entre Rudy (muchos minutos reservado por las faltas) y luego un exuberante Llull hirieron de muerte la eliminatoria (40-53). Volvían los triples, los rebotes de ataque y las carreras, volvía el Madrid. Y poco después también regresaba ‘Boom Boom’ Carroll fresco como una lechuga para irse hasta los 25 tantos (5 de 6 en triples). Ovación al verdugo en un Fontes do Sar que ya no se sentó, que rompió a aplaudir a su equipo, uno por uno a todos los jugadores. Imposible olvidar esta temporada de ensueño en la que Galicia se ha reenganchado al baloncesto de élite.