CSKA Moscú 52 - Olympiacos 69
Olympiacos derrota con gran autoridad al CSKA de Messina
El equipo griego dominó de principio a fin con una gran defensa y se metió en la final de manera sorprendente. El CSKA de Messina se quedó sin respuesta.
El CSKA se quedó sin revancha y las casas de apuestas reventaron. Como en la final del 2012, en Londres partía como favorito ante el que fue su verdugo en Estambul, el Olympiacos. Y cayó otra vez porque volvió a faltarle corazón, más aún que la pasada temporada, ante un grupo orgulloso de jugadores que se dejaron el alma en la pista y que, además, esta vez le pegaron un buen un repaso al gigante ruso. De poco sirve la potencia y el talento cuando no se pone pasión en una cita tan trascendental como una Final Four. El mejor ejemplo lo vimos en Hines, el Alfonso Reyes de esta década: 13 puntos y 10 rebotes con sus apenas 198 centímetros ante el poder interior ruso. Quedó claro que Messina no ha conseguido trasfundir su sangre latina a un equipo vacío, que con los esquemas del italiano, aburre más que otra cosa y que ayer hizo un partido lamentable, indigno de la mejor competición europea.
El duelo comenzó con un ritmo trepidante y con el CSKA mandando 8-4 tras los triples de Weems y Krhyapa. Pero fueron fuegos fatuos, porque el Olympiacos, con entrega, hambre y pasión se fue adueñando del partido. Y lo hizo casi sin el concurso de Papanikolaou, fuera de juego muy pronto por culpa de las faltas. Frente a la frialdad del equipo ruso, que por momentos practicó ese juego excesivamente académico que se veía en la extinta Unión Soviética, se impuso el afán de superación de gente como Hines. Por cierto, la cacareada superioridad del juego interior moscovita se quedó en nada en los dos primeros cuartos: tan sólo 5 tiros en la zona por los 19 intentados por el Olympiacos, que además dominó el rebote (16 a 21).
Así las cosas, la diferencia griega fue creciendo y con triples de Sloukas y Antic se fue a los nueve puntos (20-29, min 12). Teodosic no compareció en ninguna faceta (1/9 en tiros de campo y varias pérdidas), Krstic no lució, muy lejos del aro. Sólo Khryapa y Kaun se batieron el cobre en la pintura, pero fue una muestra insuficiente del potencial del timorato conjunto ruso, anonadado ante la muestra de coraje de su rival, y se llegó al descanso con un +12 para el Olympiacos (28-40).
El MVP Spanoulis puso la primera piedra sobre la tumba del CSKA en la reanudación y encima apareció Papanikolaou para otra máxima griega (28-45, min 23). Sólo Weems, con cierta valentía, aguantaba el tipo por parte de los de Messina. Ni siquiera una antideportiva de Shermadini sobre Kaun, a cinco minutos de terminar el tercer cuarto, cambió el curso del partido. La defensa griega no lo permitió, con Hines al frente, enorme en ambas zonas. El equipo moscovita, más lento que el caballo del malo, sólo anotó tiros libres durante mucho tiempo. El ritmo general se ralentizó y surgieron los nervios del Olympiacos en ataque. Eso le impidió finiquitar mucho antes el duelo. Pero Hines y Antic (triplazo y un libre) dejaron las cosas claras antes del cuarto definitivo (36-53).
Krstic, lamentable como prácticamente todos sus compañeros, evidenció el desastre ruso fallando cuatro tiros libres consecutivos y Hines, a lo suyo, defender y anotar. A la fiesta se sumó Perperoglou y el cuento, pese al primer triple de Teodosic, se acabó a más de tres minutos para el final por una antideportiva del desquiciado base serbio (47-64). Fue la confirmación de la frustración del CSKA, que vino de nuevo como gallito y se fue otra vez de una Final Four con cara de cordero degollado. Se impuso el orgullo del campeón, que defenderá título ante Real Madrid o Barcelona.