CAJASOL 61 - UNICAJA 77
Unicaja revive ante un Cajasol con las ideas congeladas
El equipo malagueño se escapó en el último cuarto del derbi. Brillaron Calloway y Zoric. Holland y Sastre tiraron del cuadro local, que pese a perder tiene cerca la permanencia.
Unicaja consiguió una importantísima victoria en Sevilla que le sirve para no desengancharse de los ocho primeros puestos, a día de hoy lo único que puede dar una manita de pintura a su mediocre temporada. En su logro contó con la colaboración de un Cajasol congelado y gris, que con su permanencia en ACB asegurada, fue un triste espectro que desató el enfado de sus aficionados.
Los malagueños necesitaban ganar para no descolgarse de los playoffs y Cajasol debía sellar su definitiva calma. Los de Aíto venían con alas tras sus dos triunfos consecutivos, el último revitalizante en San Sebastián, en el hogar de un rival directo, el Lagun Aro, que parece sentenciado tras su derrota en Valencia. Salida arrolladora de Sastre y sobre todo de Calloway ante su antigua afición, que todavía le aprecia. Llamativo contraste en el duelo de banquillos. Jasmin Repesa, de pie, encendido, con coraje en vena y gesticulador rebosante; Aíto, hierático y flemático cual fumador en pipa, serio, tranquilo y sin mover un solo músculo.
Las cabalgadas de Simon, sustituto de Williams en lo que a tomar decisiones arriesgadas se refiere y el eterno poderío del coloso Luca Zoric (dicen que le siguen entre otros ilustres Real Madrid y CSKA) empezaban a ensanchar las fronteras. Tras claudicar los primeros 10 minutos con 17-22, un sobrecogedor 2-13 ensanchó las distancias hasta un 25-39 (minuto 15) que obligó al técnico del Cajasol a pedir tiempo muerto. A los sevillanos les faltaba intensidad y les sobraba precipitación. El 32-41 con el que se llegó al descanso, reflejaba la diferencia parcial entre un Cajasol donde sólo Sastre mantenía el tipo y un Unicaja donde debutó Kinsay, el becario escogido para cubrir la baja, por seis semanas de Marcus Williams. Se le vio poco.
El Cajasol trató de meterle más brío a la pelea. Bogdanovic, la pesadilla de Unicaja en la Copa del Rey del año pasado y en el Martín Carpena, estaba desaparecido. Sin sus credenciales, la garra del checo Satoransky, el emergente acierto de Sastre y la fugacidad de Holland no eran suficientes. Cajasol necesitaba cosas nuevas. Faltaban 4,32 para el fin del tercer cuarto y el electrónico señalaba un 41-48 lo suficientemente apretado como para mantener ciertas dosis de emoción. Pero Bogdanovic seguía en la isla de los famosos, gracias al estupendo trabajo defensivo de Augusto Lima. Cinco puntos seguidos de Calloway (el mejor del partido con sus 19 de valoración) y tres ataques errados por el Cajasol parecían romper la baraja (44-59, minuto 29). La noticia en el final del tercer cuarto (48-61) fue que Bogdanovic rompió su sequía pertinaz. Sólo cuatro puntos en 30 minutos.
Unicaja se fue en el marcador (48-66, minuto 33) y Cajasol mostraba ramalazos de apatía. Entonces era Holland quien tiraba del carro. Insuficiente. Los de Repesa jugaban con una comodidad pasmosa. (55-75, minuto 37). Y con el partido roto, un significativo sector de aficionados coreó el clásico grito de “!directiva dimisión!”, por cierto, también bastante habitual últimamente en el Martín Carpena. Es evidente. Ni Cajasol ni Unicaja se merecen un diploma por la temporada que han realizado.