El Gran Canaria llevaba seis visitas seguidas sin ganar en el Palau y aprovechó la más propicia para romper la racha y para, de paso, afirmar su candidatura a playoffs. Y la ocasión era propicia porque el Barcelona jugó con los ojos en el Panathinaikos, uno en la derrota del pasado jueves y el otro en el decisivo viaje a Atenas, donde tendrá que robar al menos una victoria en cubil del OAKA para seguir vivo en Europa. La derrota aleja al Barcelona de la segunda plaza y le devuelve a la pelea por mantener la tercera. Pero esa no era la cuestión en este partido.

La cuestión era conservar fuerzas y recuperar sensaciones. Lo primero lo logró a medias: descansaron Jasikevicius y Navarro pero terminaron tocados Oleson e Ingles. Como el primero no puede jugar en Euroliga y son baja Mickeal y Rabaseda, la ausencia de Ingles dejaría al Barcelona todavía más tocado en la rotación exterior de cara a Atenas. El australiano es necesario por mucho que siga naufragando en su intento por ponerse los zapatos de Pete Mickeal, que le quedan tan grandes. Errático en la gestación de juego y en el tiro, su déficit de confianza es un problema para un Barcelona en el que Huertas volvió a dejar mejores números que sensaciones y en el que los pívots hicieron aguas. Como el Panathinaikos, el Gran Canaria bloqueó las vías de pick and roll y secó un juego interior rival que a priori era inmensamente superior, más sin Xavi Rey. Jawai cumplió pero Tomic y Lorbek volvieron a jugar sin constantes vitales, fríos en defensa y desconocidos en ataque: 2 puntos y 1/6 en tiro el croata, 4 y 2/7 el esloveno.

Más: el Barcelona concedió 12 rebotes de ataque, dos en otro final ajustado que se escapó, esta vez tras ese par de rebotes de ataque de Báez, que abortaron la remontada de un Barça que había acreditado un perfecto desastre en el último cuarto: lo abrió 61-50 y se vio 64-69 casi ocho minutos después. En ese tiempo malvivió de un triple de Oleson mientras el Gran Canaria entraba en combustión con la aparición de Nelson y el repiqueteo constante de Báez y Newley. El equipo canario sobrevivió durante tres cuartos de partido frío e inconstante y aprovechó su ocasión en cuanto la oteó. Su batalla son los playoffs y pensando en ella, este triunfo es oro.