REAL MADRID 104 - MANRESA 70
El Manresa paga los platos rotos del Real Madrid
Sergio Rodríguez acabó con 14 asistencias e iluminó el camino a un Madrid que sumó un triunfo tonificante. Reapareció Pocius y debutó Alberto Martín. Mirotic, MVP de la jornada.
Le concedíamos al Manresa en la previa el beneficio de la duda, por aquello de que había ganado dos de sus últimos tres encuentros y amenazaba con despegar. Pero no le vino bien que el Madrid llegara tocado, tras dos derrotas y con ganas de reafirmarse en su juego ofensivo. Así la duda se disipó pronto y los de Ponsarnau pagaron los platos rotos. Los de la Copa ante el Barça y también aquella vajilla de la abuela que se hizo añicos no sé cuántos años atrás. Algunos pensarán que el Madrid se ensañó, pero fue otra cosa. Puro alegato en favor de su baloncesto de ataque, de robo, contraataque y transición, para olvidar penas.
Como suele decirse, el partido tuvo dos caras bien diferenciadas: la de los primeros cuatro minutos y la del resto. En el arranque, Asselin y Ramsdell hacían pupa bajo el aro, en las continuaciones, y empujaban a su equipo en el marcador: 11-15. Slaughter sufría ante torres más alta. La reacción, sin embargo, resultó inmediata, con Sergio Rodríguez al timón y con defensa. Parcial de 13-0, que se estiró hasta un 23-4 para cerrar el cuarto (34-19). En esos diez minutos el base tinerfeño repartió nueve asistencias, nueve. Pero no de esas que cuando te dan la estadística oficial exclamas sorprendido. No, fue otra cosa: pases de canasta coreados por el público, cada uno, un capotazo perfecto. Uno, dos, tres… así hasta 14. Soberbio. Su clarividencia iluminó al Palacio.
Pocius reapareció a buen nivel tras un mes lesionado, Begic y Hettsheimeir hicieron sus pinitos en ataque, Rudy sumó, Suárez firmó un jugadón al poste, Llull galopó, Slaughter machacó y Mirotic, directamente, se puso las botas (23 puntos y 34 de valoración, MVP de la jornada). Al descanso, 63-30 (29-11 en el segundo parcial) y una brecha sideral en la valoración colectiva: ¡93-11! El Madrid ni siquiera tuvo que recurrir a los triples, anotaba fácil en contraataque o bajo el aro, tras mover al rival, casi el 70% de acierto.
En la reanudación vimos a un Manresa más intenso, pero el partido no cambió. Misma tónica, aunque menos escandalosa. El Madrid no pretendía probar nada. No era el día ni el rival. Sólo selló un triunfo obligatorio que le calma las heridas. Y para eso resultó un duelo perfecto, también para el debut de otro canterano, el base júnior Alberto Martín. En descargo del Manresa diremos que, aunque su lucha sea otra, pagó además el parón liguero. En realidad, lo pagó todo.