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REAL MADRID 86 - CSKA 78

El Madrid sueña con la Novena

Los de Laso se impusieron en un partido durísimo al CSKA de Messina, que recibió algunos pitos del Palacio. Carroll desequilibró en la prórroga un pulso apoteósico. Rudy, grande.

Madrid
Aaron Jackson, del CSKA de Moscú, conduce el balón frente a Jaycee Carroll.
Aaron Jackson, del CSKA de Moscú, conduce el balón frente a Jaycee Carroll. PEDRO ARMESTREAFP

Hablar de la Novena, de la novena Copa de Europa, ya no suena a utopía añeja. Este Madrid de Pablo Laso ha restituido la ilusión a una generación perdida en el muro de las lamentaciones. El Madrid ha vuelto, la Copa del Rey no fue un espejismo. Ayer tumbó al favorito antes de que empezara la Euroliga en un choque durísimo, que fatigó hasta al hormigón de la grada. Seis partidos del Top-16, seis triunfos. El único invicto.

Todo empezó con las entradas agotadas, 12.888 espectadores, y algunos pitos para Messina. Ambientazo en el Palacio. La tramoya no cogió a nadie por sorpresa. Porque, como aventurábamos, tuvo más de final, de clásico partido grande de Euroliga, de batalla Messina-Obradovic con ajedrez incluido, que de espectáculo ofensivo total, ese que tanto gusta al actual Madrid. Pero no siempre se puede, no con las reglas ni con los arbitrajes de ahora, y no cuando un enemigo del talento del CSKA te encima hasta quitarte el aliento. En ese escenario —pocos esperaban otro—, el Madrid también sabe moverse. Y esa es la gran noticia de esta temporada, el par de escalones que ha ascendido. Que gana un duelo a 50 puntos en el OAKA y, a idéntico ritmo, la refriega al CSKA. Este grupo tiene pulso defensivo, como Rudy, por ejemplo. Lo de menos fueron sus 20 puntos, lo de más, el resto (13 rebotes, 5 asistencias y 34 de valoración). Un potosí.

En la reanudación, más de lo mismo, con Teodosic mirando el reloj, con un CSKA más estático, con un plantilla al gusto pleno de Messina. Superioridad física en cada puesto, talento y pívots tiradores. Y a mover, a mover, a mover la bolita. En busca del desajuste, de la superioridad puntual, del ordeno y mando de Teodosic en el bloqueo y continuación. Atento a los detalles, a la defensa, al rebote. Meticuloso, casi obsesivo. Jugar para controlarlo todo, a lo Jack Nicholson en Mejor imposible. Sin embargo, hay tipos que no entienden de centímetros, de manías, que poseen una mente maravillosa, listos para matar al rival con ternura: Yeisi es amor, que dice un divertido tuitero. Sí, sí, Carroll, ese mismo (31 puntos, seis de ocho en triples).

Y en esa pugna de estilos se llegó al tiempo extra (66-66). Con algún triple de más errado, con Mirotic y Micov apareciendo en el alambre, con Weems machacando tras pasos flagrantes.

La prórroga resultó de órdago, más que un Palacio era un generador de Endesa. Pura electricidad, y ahí, con un parqué repleto de cracks, el talento se abrió camino. Mando el tempo de Messina, pero ganó el Madrid de Carroll, de Rudy, de Llull, de Mirotic, de Sergio, de Suárez, de Reyes, de Slaughter… Y ganó con Laso neutralizando el libreto del italiano, primero, y envidando después. Esa zona hiperactiva con Slaughter como jugador más avanzado dejó grogui al CSKA en el último minuto. Carroll (diez puntos en cien segundos) hizo el resto. Por primera vez en 18 años, desde Sabonis, el Madrid está en la pomada. Es la élite.