Sergio es la "bomba"

Unicaja 64 - Real Madrid 72 | EUROLIGA

Sergio es la "bomba"

Sergio es la "bomba"

Jorge Zapata

EFE

El equipo de Laso estuvo contra la cuerdas pero firmó un enorme último cuarto (14-29) con el canario al timón y sigue invicto en el Top-16.

Se alzó el telón y pensamos: esta obra ya la hemos visto. El Madrid había descerrajado dos triples de carrerilla (0-6) y puso los pelos de punta a la menguante hinchada local. Pero no, la función daría un giro brusco, nada que ver con lo que apuntaba. De comedia romántica pasó a drama visitante y aún faltaba el desenlace: un thriller de acción resuelto por Sergio Rodríguez. Es lo que tiene el baloncesto, una cartelera inagotable y grandes actores.

Los de Repesa supieron limitar la salida en tromba de un Madrid que sigue penando en aro ajeno. En la primera parte sólo Reyes y Suárez acertaron a anotar tras saltar con los pies plantados. Ni Hettsheimeir, que erró dos intentos de mate, ni Begic ni Slaughter la metieron debajo. Y lo intentaron, lo intentaron, lo intentaron… Especialmente alarmante resulta la situación de Begic, que hizo dos o tres partidos destacados tras el fichaje del brasileño y punto. El bosnio es la única torre del equipo blanco. Lo necesitan.

En la trinchera opuesta el Unicaja proponía un duelo de intensidad con Simon, Vidal, Panko y Urtasun ante una segunda unidad madridista que no arrancaba de primeras. Ni Sergio Rodríguez ni Carroll tenían ángel y Rudy optó por asumir galones. Poco tiro exterior, Mirotic controlado, ninguna opción en la pintura. El Madrid penaba sin mordiente defensiva. Blandito para competir con la rabia local, la que abrió la zanja: 46-32. Entonces Laso dio la orden, metió en pista a Draper, al equipo más guerrero (Reyes y Slaughter andaban por ahí), y con el cuchillo en la boca —y mira que resulta incómodo: no lo prueben en casa— se puso a tiro de cinco (48-43). Otra cosa. Y quedaba por explotar la traca de Sergio Rodríguez en el último cuarto. Laso apostó por tres bajitos a la vez: Draper, Carroll y La Bomba Rodríguez. Porque no era Sergio, era Navarro vestidito de blanco. Determinante a niveles que nadie hubiera siquiera imaginado hace apenas un par de años. Doce puntos en ese sprint hasta la meta. Ganó por tres cuerpos. Soberbio.

El Unicaja acabó con el gesto torcido (sexta derrota seguida), porque era su día para reivindicarse, para pegar un grito y hacerse escuchar. Pero no le bastó ante el Madrid, no ante la versión demoledora del último cuarto. La mala noticia —o quizá sea buena— es que el domingo hay más, todo se repite, otra vez el Real en el Carpena, pero en la Liga. El calendario.

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