Después de 34 jornadas y once partidos de playoffs (uno menos lleva el Barça Regal, diez) todo se resolverá en el último, en el Palau, en cancha de los azulgrana, que dominaron la fase regular con tres triunfos de ventaja sobre los blancos. Y aunque solemos decir que son demasiados encuentros para tan poco premio, el Barça está feliz de jugársela en casa tras salvar el match-ball del miércoles. Se agarra a su afición para darle la vuelta a una final en la que el Madrid ha sido superior.
En el cuarto duelo en el Palacio, sin embargo, igualó a dos tras completar su mejor Clásico del año. Y lo hizo con todo perdido, a la desesperada, sin Ndong (baja hoy también casi segura) y sin Eidson (decisión técnica), pero con un día inspirado de Xavi Pascual, que con la soga al cuello optó por innovar. Exprimió a Huertas, Navarro, Mickeal y Lorbek (confianza frente a fatiga), creó espacios con cuatro y hasta cinco jugadores abiertos y apostó por defensas zonales casi por primera vez desde que se sentara en el banquillo culé. ¿Repetirá hoy?
El Madrid cedió así el ritmo y el rebote, elemento clave para coronar al campeón. El otro: el acierto en los triples. Si los blancos recuperan el tino, la muñeca de Carroll y el temple de Sergio Rodríguez, tendrán más cerca una Liga Endesa que no levantan desde 2007, la número 31 de su palmarés. Los de Laso siempre han reaccionado tras un varapalo. El Barça, más cascado físicamente, persigue su tercer trofeo en cuatro años. La constancia de una apisonadora y mucho carácter, el de Mickeal. La victoria vale una Liga.
