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Baloncesto | Tribuna Libre

El máximo respeto a nuestros colegiados

José Luis Sáez

La controversia, las discusiones y las polémicas puntuales son consustanciales al mundo del deporte y la competición, amplificadas casi siempre por la pasión. Y así tenemos que aceptarlo. Pero una cosa es enfrentar distintos puntos de vista, incluso de forma apasionada, y otra muy diferente dar pie a que se pueda llegar a cuestionar la limpieza de las competiciones y sus protagonistas. En especial la de los árbitros, y sobre todo en momentos como los que estamos viviendo ahora, en el tramo final de la temporada, en el que tanto en la Liga Endesa como en la Adecco­ Oro están en juego los premios más preciados.

Los árbitros no son personajes externos, seres extraños ajenos a la estructura del baloncesto. Son parte del baloncesto, y como tal no pueden ni deben estar exentos de crítica, como no lo están los jugadores ni los entrenadores y como no lo estamos tampoco los gestores y directivos. Pero nadie puede perder de vista que la función del árbitro es tan especial y delicada como la de cualquier juez: impartir justicia, en su caso aplicando el reglamento y, cuando se requiere, interpretándolo con equidad e igualdad de trato.

Dificultad. No es una misión fácil, desde luego, y en ocasiones es muy difícil. Pero desde que la justicia es justicia, únicamente se puede entender a partir de la absoluta independencia y la confianza que sólo en estas condiciones puede generar. Nunca desde la presión ni cualquier tipo de actuación que se pueda interpretar como un intento de mediatización.

Nuestros árbitros, como todos, se equivocan y se equivocarán. Pero la obligación de todos los demás estamentos, por el interés común del deporte y su proyección social y económica, es ofrecerles las mejores condiciones para su formación, para el independiente desarrollo de sus competencias y para que su participación en el juego merezca siempre, por encima de los errores puntuales que nadie puede evitar, el máximo respeto.

Así lo entendemos en la Federación Española, y así lo seguiremos entendiendo, porque estamos convencidos de que es la única fórmula posible para su propio crecimiento y para el del baloncesto en general. Nuestros árbitros son los mejores y queremos que no dejen de serlo