El Assignia Manresa intentó retrasar el desenlace hasta el extremo, incluso el húngaro Hanga resquebrajó con un mate un tablero en el calentamiento. El duelo, que ya de por sí venía tarde (21:45), arrancó con 31 minutos de retraso. Alguno hablaba con ingenio de afterhours­ o de sesión golfa, un cambio en el guión que tampoco sirvió a los de Ponsarnau­ para romper una racha que alcanza un porte exagerado: 0-22 desde mayo de 1998. Es decir, hace menos tiempo de aquel título de Liga con Creus y compañía que de la última victoria ante los blancos.

Más allá de la anécdota del cambio de canasta, que hizo que el partido empezara ayer y terminara hoy, el Assignia­ se merece una ovación por el encuentro y por toda la temporada. Intenso, retador, con un juego dinámico y atlético. Aplausos, sí, incluso en el día que se quedó sin playoffs, un reconocimiento a su trabajo. Supo levantarse cuando el Madrid fluía en ataque con Carroll, cuando más centrado atrás se le veía, cuando dominaba por 11 puntos (26-37) y el marcador amenazaba con hacer crac, como el tablero.

Pero Asselin entró en ignición (14 puntos y 17 de valoración al descanso) y devolvió la pasión a la grada. Era tiempo de montaña rusa, de zonas, de apagones y acelerones de vértigo como el de Micah Downs­, con Doellman percutiendo también. Tanto, que el Assignia se puso tres arriba (73-70), pero... llegaban curvas: parcial de 0-12 del Madrid (73-82) contestado después de una falta y una técnica cogidita con pinzas a Tomic. Cuatro tiros libres y otros 12 tantos que colocaban de nuevo en la cima a los locales: 89-84. Restaban tres minutos y el Madrid se rehizo con cinco puntos de Carroll y cuatro de Llull. Su mayor mérito en un día de perros. Y segunda posición asegurada.

Carroll ya tiene pasaporte y es de Azerbaiyán

Jaycee Carroll no jugará con Montenegro, como se ha publicado en aquel país, porque desde finales del año pasado tiene pasaporte de Azerbaiyán. El Madrid no lo había hecho público porque el jugador sigue inscrito en la ACB como estadounidense. El club blanco lo fichó como tal y nunca condicionó su incorporación (como hizo el Barça con Wallace) a la obtención de la nacionalidad europea o de la de uno de los países Cotonou, algo que ahora sí le permite contratar a otro extra­comunitario cuando lo necesite. El baile de pasaportes continúa. Son legales, pero chirrían.