eurobasket 2011 | españa 57 - turquía 65
Sin Pau Gasol, la nada
Un apagón histórico en un horrendo último cuarto (2-16 para Turquía) condena a la Selección tras un partido para olvidar que le deja con una victoria y una derrota de cara a la segunda fase.
El que ayer y tras la poética destrucción de Lituania se fuera a dormir pensando que ya éramos campeones estaba tan equivocado como el que pretenda ahora aplicarse una dosis letal de cianuro. Ayer no éramos superhombres, hoy no somos restos de naufragio. Es el deporte y son los caminos, que tienen piedras y meandros para hacer así de volátiles y de hermosos los inestables huesos del deporte. La derrota no es decisiva pero magulla e importa: pasamos con 1-1 y no con 2-0 y eso nos obliga a extremar precauciones en una segunda fase en la que hay que nadar entre pirañas: Alemania, Francia, Serbia. Para Turquía, eliminada durante buena parte del Gran Bretaña - Polonia, el triunfo es la vida: del 0-2 a otro 1-1 y el juego inverso de sensaciones del patinazo polaco a un triunfo ante España que hace unas horas parecía improbable.
La revalorización de Turquía y la derrota de España empezaron a escribirse cuando Pau Gasol se torció un tobillo tras un tapón ejemplar a Valanciunas, ayer. Estos campeonatos esconden trampas de las que nadie está libre y toca, visto lo visto, cruzar los dedos para que su ausencia haya sido, eso parece, una mera cuestión de precaución. Lo demás, una baja más prolongada o incluso la obligación de jugar disminuido, tendría un feo aroma a hipoteca.
Pero el factor físico, la lesión de Pau Gasol o las perennes molestias de Rudy, no explican todo lo sucedido (o todo lo no sucedido) en un partido que fue la antítesis perfecta de la exhibición perfecta ante Lituania. Ayer 62 puntos y 10/16 en triples en el primer tiempo; Hoy 57 y 4/17 en todo el partido. A tirones y con más siderurgia que verso, España mantuvo el control durante 32 minutos mientras Turquía hacía la goma y se empeñaba en sobrevivir: 19-10 al término del primer cuarto, 24-15 en el segundo, 45-37 en el tercero y... 57-49 tras poco más de 31 minutos de juego (55-49 al término del tercer parcial). España no anotó más y encajó, entre el bochorno y la incredulidad, un parcial de 0-16 hasta la bocina, entre el bochorno y la incredulidad.
La nada. Sin Pau Gasol y con Turquía controlando a Rudy y Navarro; con la rotación interior agotada y sin encontrar a Marc (9 puntos en un primer cuarto imperial, 12 en total). Una parálisis durante la que Scariolo rotó como quien lanza dados. Turquía revivió gracias a la trinchera que Asik, a golpes de '5' clásico (12 puntos, 8 rebotes... y 8 faltas provocadas), escarbó bajo los dos aros y a los directos a la mandíbula de Arslan, Onan y Turkoglu, el genio disoluto. Antes, con Tunceri y Kanter bajo mínimos e Ilsayova mal utilizado, Preldzic comandó la resistencia turca. Un joven alero multifuncional que crea juego desde sus 2'05, que nació en Bosnia y jugó en las categorías inferiores de Eslovenia: clase balcánica, pasión turca y puntos en cada crisis de su equipo (11 seguidos y antológicos en el arranque del segundo cuarto).
Explicar lo inexplicable
Antes del apagón final, España fue discontinua e irregular. Tomó y retomó la concentración, cogió y soltó la intensidad defensiva y nunca tuvo fluidez en ataque. Calderón fue de más a menos, Ricky estuvo plano y Sada al menos defendió fuerte en el tercer cuarto. Sin fluidez exterior (Navarro bajo arresto), Turquía cerró la pintura tras la sangría inicial de Marc. A partir de ahí, tiros de media distancia de Ibaka y, en el último impulso antes del cataclismo, trabajo salvaje de Felipe (11+6) hasta ese 55-49 en el que se paró el reloj de la Selección.
Y se paró porque no hubo energía física ni mental en una rotación de tres hombres interiores (Marc-Ibaka-Felipe) en la que Claver no contó ni cuando las personales caían como una jauría. Más de 30 minutos de Marc, Ibaka, Navarro y Rudy... malos porcentajes, casi las mismas pérdidas que asistencias y la batalla del rebote perdida en los minutos de la verdad. Plomos fundidos, sistemas opacos y jugadas demasiado sucias tras unos tiempos muertos pedidos demasiado tarde. España, sin individualidades heroicas, viajó a los infiernos en un último cuarto que fue, menos de 24 horas después, el negativo perfecto de lo vivido ayer ante Lituania.
La derrota, que no es dramática, afea y cuenta porque abre el casillero de derrota. España podía haber pasado a la segunda fase limpia, imperial y con un rival muy incómodo para los cruces (Turquía) herido de muerte. Entre la España casi alienígena de la primera parte de ayer y la España que reptó por las cloacas en la segunda de hoy, hay un enorme recorrido en el que están los códigos que siguen haciendo a este equipo favorito al título. Siempre que no se esfumen la gasolina y la magia y siempre que se cuiden al máximo los enormes peligros que asoman ahora (Alemania, Serbia, Francia...). Y siempre que el tobillo de Pau Gasol no nos dé más sustos, por supuesto.