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ACB | Bizkaia Bilbao 80 - Real Madrid 72

El Bilbao hace historia y se carga al Madrid

El Madrid volvió a naufragar por enésima vez. Molin no seguirá al frente del equipo y también se despedirán Prigioni, Tucker, Vidal y Velickovic. Con Begic y Fischer hay dudas. En el Bizkaia Bilbao, en cambio, fiesta grande. Su primera final de siempre.

<b>EUFORIA. </b>Vázquez lo celebra, tras él Banic aúpa a Blums y Jackson y Vasileiadis salen con la camiseta del Athletic. Molin abronca a Begic.
EUFORIA. Vázquez lo celebra, tras él Banic aúpa a Blums y Jackson y Vasileiadis salen con la camiseta del Athletic. Molin abronca a Begic.juan flor

Jaque mate, pierden blancas, ganan negras. El Bizkaia Bilbao­ se cepilló al Madrid (1-3) tras derrotarle por tercer partido consecutivo. Logró la gesta en parte por el colosal efecto Miribilla, con una hinchada volcada, y por su juego coral, y en parte por el petardazo blanco, que arruina sin paliativos la temporada y quién sabe si un proyecto más, el enésimo intento por asomar la cabeza. Ya saben: tres ligas en los últimos 17 años, ninguna Copa en 18 y sin Euroliga en 16. Con Florentino de presidente, un título, el del triple de Herreros in extremis, en ocho campañas.

El del Madrid era una vez más el bando de los perdedores, en el de enfrente, se derramó el champán, con Jackson­ y Vasileiadis vistiendo del Athletic, con el poeta Katsikaris emocionado. El Bilbao completó la mayor sorpresa de la historia de los playoffs, sólo superada por el título del Manresa en 1998. Ahora toca el Barça y el año que viene la Euroliga, porque ya se ha garantizado la fase previa.

Son los héroes de negro, como Hervelle, que sirvió su venganza fría año y medio después de salir del Real, con una canasta a aro pasado casi sin impulso cuando sonaba la bocina de posesión y restaban 27 segundos: 76-72. Medio partido, el otro medio lo regaló Tu­cker con un triple que no tocó ni aro ni red. El Madrid había dejado escapar su renta (66-70) en los minutos decisivos. Naufragaba sin ideas, acongojado: 14-2 de parcial. La actitud mejorada de la plantilla blanca no bastó, porque el bloque iba a la deriva, muy dependiente de Tomic, y con escasos recursos ofensivos. Sin triples, con Llull y Sergio intentado correr, con Prigioni frenando, sin puntos al final. Roto tras un inicio esperanzador en el que dormía el partido, hasta que Jackson lo despertó. Y con él se levantó un equipo gigante en cuerpo de bajito, pero con una energía bestial. Fiesta grande.