ACB | Playoffs | Real Madrid 66-Bilbao Basket 71
Revolcón del Bilbao a un Madrid con dos caras
Vuelta a la tortilla pese al espíritu de Llull. El Bizkaia Bilbao puso fin a los 19 triunfos seguidos del Madrid en su cancha y toma el control de la eliminatoria. Si gana los próximos duelos en Miribilla, mañana y el jueves, estará en la final. Queda un mundo.
Vayamos por partes. Primero, reconocerle a Katsikaris que es hombre de palabra, que cumplió con lo prometido y vimos a un Bilbao con otro talante. Ahora el factor cancha es suyo. Nadie había vencido en la Caja Mágica esta campaña en la ACB, nadie hasta ayer (19-1), cuando los hombres de negro destrozaron esa soberbia racha. Desde ya se entregan al efecto Miribilla y, si ganan los dos partidos en su nuevo pabellón, estarán en la final, guiados quizá por el espíritu del Manresa, que hace 13 años se llevó la Liga desde la sexta plaza tras cargarse al Madrid en semifinales.
La otra parte es la que habla de los de Molin, de un equipo ciclotímico, capaz de pasar de la depresión más absoluta, en medio del bonito juego colectivo del rival, de cortes y pases, con movilidad continua, a un estado de subidón increíble. Y todo en quince minutos, los que duró el descanso. El Madrid, que era bailado (25-44, 19 abajo), acorralado en media pista, sin balance defensivo después de cada lanzamiento al limbo, se puso a pegar dentelladas como un gran tiburón blanco.
En siete minutos de juego, el parcial era terrorífico para los visitantes: 18-2 para un marcador de 43-46. Aunque justo ahí consiguieron taponar la hemorragia. En parte, por los fallos del Madrid en los tiros libres y por el afán, personalizado en Prigioni, de parar la transición, de frenar las galopadas por prescripción de no sé quién. Fue la velocidad, unida a una defensa al límite, la que le había devuelto a la vida en la reanudación. Y aún más importante, ese ritmo es el que le gusta a la afición. Punto.
Con la reacción estabilizada, Llull sumó diez puntos y pegó otro arreón: 59-58 y 62-61... El Madrid firmaba un +20 en 15 minutos, pero era reversible, había puesto el piloto automático, la velocidad tostón, y el Bilbao sostuvo el pulso y lo ganó desde la personal, pese a no meter ni un triple en la segunda parte. Mirotic y Llull también erraron intentos claves al final. El Bizkaia Bilbao sueña, el Madrid pena; queda un mundo.