A los más jóvenes un Madrid-Maccabi les sonará a partido grande y recordarán al equipo israelí por cortarle las alas a los blancos el año pasado y en 2008 con aquel triple del Halperin. Y quizá les venga a la memoria cierta pancarta en La Mano de Elías: "Madrid, ca saluda al campeón", al más puro estilo Etoo. Sin embargo, para los aficionados veteranos este duelo supondrá siempre algo más, uno de los partidos cumbre de la Copa de Europa. Un choque de colosos, entre dos clubes que acumulan más de 150 títulos (78 Ligas y 13 Euroligas) y que han protagonizado batallas épicas, con nombres como Aroesti, Berkowitz, Perry y Williams en los de Tel Aviv. También una final, la de Berlín 80, con triunfo madridista contra pronóstico y memorable actuación de Rullán.

Son aquellos maravillosos años, el glorioso pasado; pero hoy en juego hay otra cosa, está el presente y el futuro, el del Madrid. Ha vuelto a élite y precisa dar otro paso, y lo puede dar logrando la Novena en Barcelona tras la lluvia de clásicos de fútbol, aunque sin el Barça. En un Sant Jordi con 15.600 aficionados, en territorio comanche.

El Real sólo suma una final en el último cuarto de siglo, la que ganó en el 95 con Sabonis. Y enfrente tendrá una bestia negra del baloncesto español, David Blatt, el entrenador que guió a Rusia al oro en el Eurobasket de España. El técnico ha dotado al Maccabi de un juego atractivo, aguerrido en defensa, con ayudas y ajustes continuos, y letal a la carrera o con los espacios que genera Schortsanitis.

Baby Shaq.

La mole, más delgada que nunca (152 kilos), disfruta de su mejor temporada y ha evolucionado atrás y en la lectura del juego, pero tiende a la falta rápida. Su duelo con Tomic vale cuarto y mitad de final, como el de Prigioni y Sergio con Pargo, un base-escolta de físico prodigioso y sprint endiablado, que suma más cuanto más importante es el partido. El problema para Blatt es que carece de relevo, no hay base suplente, apenas Burstein. Con Perkins lesionado, otro combo guard y excelente defensor, el Maccabi se ha quedado cojo. Sorprende menos, corre menos.

Molin ya ensayó el domingo una defensa en zona, por si acaso. El Madrid no es favorito, pero tiene sus opciones. También para el título, porque por primera vez en años no hay ni ogro ni cenicienta.