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Euroliga | Unicaja 75 - Real Madrid 71

El zarpazo final de Saúl hace añicos al Madrid

Saúl Blanco firmó 15 puntos en los últimos 15 minutos para voltear un partido que hasta entonces había controlado el Madrid. Los de Messina volvieron a desperdiciar una ventaja amplia, de diez tantos casi al final del tercer cuarto. Llull falló una entrada para forzar la prórroga.

<b>ERRÓ AL FINAL. </b>Llull fue el mejor del Madrid, pero erró en la última entrada para forzar la prórroga.
ERRÓ AL FINAL. Llull fue el mejor del Madrid, pero erró en la última entrada para forzar la prórroga.mariano pozo

El Madrid dominó casi de cabo a rabo, pero le sobró eso, el casi, y le faltó otra vez encaje en el asalto definitivo. Cayó desparramado en el parqué con el zarpazo postrero del Unicaja. Rugía el Martín Carpena; se veía venir. Los de Aíto estaban mejor plantados en el sprint final, pese a la renta blanca: diez arriba (45-55) en el minuto 28 y nueve (52-61) a siete de la bocina. Ya saben que en el baloncesto no se gana por inercia, que hay que remar hasta el último metro con paladas como la de Berni Rodríguez, que logró su primera canasta a 27 segundos de la campana: un triple que daba medio éxito al Unicaja (73-71). Luego Llull lo intentaría a la heroica ante demasiados brazos. Intimidación. Agua.

Los de Aíto -que se cargó a Printezis para meter a Baptist­- cuelan así la cabeza en el Top-16 y pelearán por la segunda plaza; mientras el Madrid suma por primera vez dos derrotas seguidas esta campaña tras caer el domingo frente al Gran Canaria. Y dice adiós al sueño de arrebatarle el liderato al Olympiacos, que se escapa con un triunfo de ventaja y el basket-average.

Los entrenadores ataron el partido, pero los jugadores lo desataron en el trecho decisivo. Saúl Blanco dio un paso al frente, asumió ese liderazgo que no suele arrogarse y tanto se le reprocha, y descerrajó 15 puntos en el cuarto y medio final. Junto a él, Tripkovic, con tres triples. La caballería, el perímetro, acudía a la ayuda de Freeland y Archibald. Los pívots británicos fueron durante muchos minutos boyas solitarias en el ataque local. En ese empellón terminal, Tucker asumió el reto y rubricó nueve tantos, incluido un tres más uno, pero también una antideportiva que daba al Unicaja su primera ventaja más allá del 2-0 inicial. Se transitó del 66-69 al 70-69 por obra y gracia de Saúl (dos tiros libres de la personal y una puerta atrás en la posesión extra).

El Madrid había perdido la templanza y de nuevo expuso su mandíbula de cristal para que el rival se la crujiera al primer golpe. Cuanto más se escapa el partido del planteamiento inicial, de las consignas de Messina, más se alejan los blancos de ser competitivos, y más se agarran a los tiros de fuera y menos al juego interior, a la circulación de balón que les dio el mando durante tantos minutos. Los imprevistos los llevan fatal, y allí, en río revuelto, pescó el Unicaja, que tampoco va sobrado.