euroliga | olympiacos 82 - real madrid 66
El Real Madrid todavía está muy lejos
Los de Messina se quedan cortos en Atenas. Muy mal segundo tiempo. Llull y Suárez taparon muchas carencias. Olympiacos, todavía falto de ritmo, presentó su condición de aspirante al título.
"¡Así no se puede!". Frase de Messina, el gesto inescrutable, en pleno naufragio. Era un tiempo muerto tras dos minutos de último cuarto ventilados con un parcial de 7-0 para Olympiacos, en ruta hacia un 10-0 que era 15-0 si se sumaban los cinco puntos griegos que cerraron el tercer cuarto (incluido triple sobre la bocina y desde el centro de la cancha). De 57-56 tras triple, también afortunado, de Suárez a 72-56. El partido estaba decidido porque el Real Madrid llevaba en las piernas el esfuerzo de Bilbao apenas 48 horas antes y porque volvió a airear sus limitaciones: muchas. La sensación es que sigue lejos, muy lejos. Con lo que tiene le basta para ganar muchos partidos, muchísimos. Pero no el puñado, apenas una docena, que vale títulos. Le pasó el año pasado y le ha pasado éste con los dos competidores directos con los que ha topado. El Barcelona le destruyó en Supercopa y un Olympiacos en fase de rodaje y sin ritmo (la liga griega, en huelga, no ha empezado) le sacó del partido en carrera tendida y de menos a más, aplicando el simple peso de la lógica.
Así no se puede. Lo dijo Messina, el gesto inescrutable. Desde el 57-56, el Real Madrid anotó 10 puntos. Olympiacos 25. Y ojo al equipo griego porque ahora, por fin, tiene entrenador, y de los grandes: Ivkovic. A años luz de Giannakis, otro nivel. Bajo su mando hay un equipo reforzado con el mismo lujo pero más sentido que en anteriores temporadas: Nielsen, Nesterovic, Keselj, Spanoulis... poderío dentro, poderío fuera. Variantes, clase, físico. Seguramente, y a la espera de acontecimientos, la gran alternativa al Barcelona en el continente. Porque el Real Madrid parece todavía lejos, muy lejos, y muy limitado. La valoración final fue 94-69. Suárez y Llull sumaron 42 de esos 69. Lo demás, la ayuda de Felipe y el esfuerzo (sólo eso) de Fischer. Apenas nada más. No, así no se puede.
Los 46 puntos encajados en el segundo tiempo, donde Messina probó con zonas para sobrevivir al primer estirón serio de Olympiacos (51-42), son motivo de preocupación. Descosido atrás, a este Real Madrid no le da para mucho. Se tragó un pick and roll tras otro, una puerta atrás tras otra en una sangría de canastas fáciles bajo su aro. Ivkovic movió la noria con dos bases y medio en pista -Teodosic, Spanoulis, Papaloukas- y con la aportación interior de Bourousis (16 puntos, 7 rebotes) y un Nesterovic (11+7) feliz cuando se emparejó con Tomic. El croata cayó en un pozo que no le es extraño. Flojo en defensa se cargó de faltas, intimidó poco y anotó (10 puntos) pero sin convertirse en referencia estable y tras malgastar demasiados tiros para las posiciones que trabaja (4/11). Si su progresión está en entredicho (es bueno, todavía no sabemos si será una estrella), la de Velickovic parece en el vertedero: cuatro minutitos, -2 de valoración y la falta de confianza tatuada en cada jugada. Si la pareja balcánica combina 4 de valoración, el Real Madrid es un equipo de pocos vuelos.
Más: Tucker puso actitud pero no estuvo fino, Garbajosa pasó sin pena ni gloria y Sergio Rodríguez fue un coladero en defensa y un drama en ataque: 3/14 en tiros de campo, 1 asistencia y dos pérdidas: -10 de valoración. Sin Prigioni, exceso de responsabilidad para un Llull que mantuvo a su equipo en el primer tiempo a golpe de tiros heroicos y se desfondó después (jugó 31 minutos). Carlos Suárez tomó el relevo en el tercer cuarto (otra vez puntos, rebotes, defensa y asistencias) pero como a Felipe tampoco le lució demasiado el trabajo, no hubo manera. Porque no, así no se puede.
La sensación final es que Olympiacos ganó cómo y cuándo quiso. Eso pareció en el segundo tiempo. En el primero, el Real Madrid tuvo buenos minutos, concentrado en defensa y con soluciones en ataque. Llegó a un prometedor 21-30 al que contestó Olympiacos con un 11-0 que incluyó técnica a un Messina que lastró a su equipo en ese momento crucial con unas rotaciones de dudosa aplicación. Después del descanso despertó Teodosic a golpe de triples y dirección (15 puntos, 7 asistencias), entró en ritmo Papaloukas y siguió con su exhibición de penetraciones Spanoulis (16 puntos, 7 asistencias, un azote constante). No hizo falta un día brillante de Keselj o Nielsen, de los que se espera mucho en Atenas. Bastó dureza en su zona y sobreexplotación de las lagunas defensivas del Real Madrid. Más físico, más talento, más profundidad. El último cuarto fue un vía crucis en el que el equipo de Messina salvó mínimamente los muebles en tres minutos sin anotar de un rival ya relajado: 72-62. Tiempo de Ivkovic, yo-yo de Spanoulis y victoria, justa, en el bolsillo.
El cansancio no vale como excusa contra un rival que aún no había competido, sin ritmo y en fase de acople de un roster seriamente renovado. La sensación final es que Olympiacos estará en las últimas instancias de la competición y que no sabemos dónde estará el Real Madrid, que lleva dos bofetadas en dos partidos ante rivales de (teóricamente) su categoría. Quizá rompa a jugar, quizá teja soluciones y encuentre automatismos que ahora mismo no tiene. Pero quizá, y ese es el peligro, repita otra temporada frustrante en la que gane un montón de batallas para terminar quedándose corto en las guerras. En Atenas, todavía en octubre, la segunda opción pareció una apuesta más segura. Hay tiempo, ¿hay soluciones?, hay una certeza: "así no se puede". Palabra de Messina.