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Eurobasket 2009 - Final | España 85 - Serbia 63

Por fin es oro

España gana a Serbia y consigue su primer título continental.

Por fin es oro

Era tan previsible el oro de España que, horas antes de la final, cuando en el Spodek se ensayaba la entrega de premios -¡con el polaco Gortat como MVP!-, se anunció el himno del equipo campeón y sonó el nuestro. A eso de las once, todo eso era real. El recital ante Serbia daba a España el primer oro europeo de su historia y cerraba tres años de fábula que dejaron otra plata continental, una olímpica y un oro mundial. Nunca disfrutamos tanto. Nunca fuimos tan altos.

Si poníamos datos sobre la balanza, ésta se inclinaba del lado rival. Por ejemplo: siempre que Ivkovic había dirigido a Serbia (o Yugoslavia) en un Eurobasket (3), se proclamó campe siempre que España llegó a la final de un Europeo (6), la perdi la generación de Teodosic, Tepic o Macvan sumaba 18 oros y ninguna plata en campeonatos internacionales Para qué seguir. Pero esos eran simplemente números y de lo que hablábamos en los últimos días era de "sensaciones". Bastaron dos cuartos para confirmar que España había recobrado su mejor versión. En cuatro minutos ya doblábamos a Serbia (15-7) y Scariolo decidió que Raúl supliera a Ricky. Era tal el desgaste defensivo que había que rotar. Con el 24-12 ningún titular seguía en pista. Y todo funcionaba. El 4/7 en triples era el mejor reflejo de la frescura en el juego. Corríamos, Ricky 'desnudaba' a Teodosic y Pau jugaba con Krstic al gato y al ratón.

Espejismo.

Serbia sólo se acercó gracias a Brazauskas, Voreadis y Bachar, que pitaron cinco faltas a nuestra Selección en 1:09. Fue sólo un espejismo, porque un alley-oop de Pau hizo que la fiesta siguiera. Con 34-20, Scariolo recuperó a su quinteto titular. Fueron los mejores minutos de Ricky, cuya sombra seguían al detalle los scouts NBA. Se le nota cuando está a gusto, en la fuerza del bote, en cómo marca las jugadas.

Con él al frente llegamos al 52-29 del descanso, que sentenciaba la final y hacía flaco favor a las audiencias televisivas, sin final de infarto. Los dos últimos cuartos sirvieron para que todos, desde Rudy a Reyes o a Cabezas, se unieran al baile y los 1.500 aficionados españoles presentes en el Spodek cantaran a coro. Con el alley-oop final entre los debutantes Llull y Claver como guinda. Como ya ocurrió en cuartos, ante Francia, o en semifinales, ante Grecia, el talento de España no tenía defensa posible. No hacía falta ascender hasta la mayor diferencia en la final de un Europeo (+31, en el URSS-Checoslovaquia de 1985); bastaba con regalar el mejor baloncesto posible y disfrutar de la gesta. Ya tenemos el ansiado oro. Y el placer de haber visto jugar al mejor Dream Team de nuestra historia.