Euroliga | Real Madrid 71 - Olympiacos 63
Reyes y Bullock lideran una lección de orgullo
El Madrid arrasa al Olympiacos de salida y fuerza el cuarto partido
El clavo ardiendo no debía quemar tanto, porque el Madrid se agarró a él con tal fuerza que a los pocos minutos había medio encarrilado la victoria: 22-4 y... 1-2 en la eliminatoria. Mañana, sin tregua, el cuarto duelo en Vistalegre para forzar el empate, para seguir soñando con una Final Four que ya sólo recuerdan los aficionados algo entrados en años. Ayer Reyes y Bullock lideraron una lección de orgullo blanco.
En el baloncesto la tensión competitiva y la ambición es determinante. Cuando en este terreno hay gran diferencia entre dos equipos, el talento deja de ser un factor desequilibrante. Y eso es lo que le ocurrió al Madrid. Tenía tanta hambre, tanta ansia de victoria y de revancha ante el Olympiacos, que fue un torrente que dobló su caudal en unos segundos, una riada que arrastró a un cariacontecido equipo griego, que hizo el ridículo durante muchos minutos de la primera parte. Los de Giannakis viajaron sin urgencias y pagaron de golpe y porrazo esa falta de nervio. El Dragón se desesperaba en el banquillo, hasta que en el descanso logró cambiar la inercia de los suyos. Más ardor guerrero -cargando el rebote de ataque en cada acción- más físico y centímetros en pista... Más ambición.
Entre el empuje de Mumbrú y la clase de Bullock (dos triples), el Madrid abrió el choque con un espectacular 11-0. La diferencia se amplió hasta los 21 tantos (33-12, minuto 15), con Vujcic que se fue al banco en el primer cuarto con problemas físicos (Plaza confiaba antes de la eliminatoria en que el desgaste de tantos duelos seguidos le pasara factura) y Papalukas perdía un balón, dos, tres... Desconocido. Al descanso, la ventaja local era de 17 (37-20), con once balones extraviados por los rojos, con el Madrid dando más asistencias (8 a 5) y arrasando en valoración (50 a 12). Ambos, eso sí, naufragaban en los triples. Tras la exhibición en el arranque de Bullock, nadie había vuelto a anotar (2 de 13). Y como Greer completaba una primera mitad aciaga, los números del Olympiacos eran peores (1 de 10).
En la reanudación llegó el lógico bajón madridista, se había agotado el subidón de adrenalina inicial. Además, Bullock y Reyes no encontraron en puertas de Semana Santa -y como pedíamos en la previa- más costaleros que soportaran el enorme peso del escudo en esta batalla. Si acaso Mumbrú. La guerra se recrudecía, un gigante con clase, Burusis, suplía a Vujcic, por instantes le mejoraba. Entrado el cuarto final, el Olympiacos se colocó a siete: 52-45. Ni Sweet Lou ni Felipe Reyes andaban en pista, todo hay que decirlo.
Triples. Pero Plaza, raudo, les devolvió a la pelea. Respondieron con 9 puntos para evitar el hundimiento de los blancos, incapaces de anotar de fuera, tan incapaces que fallaron 17 triples seguidos desde el minuto dos. Una diana de Papalukas redujo la brecha a cinco. Quedaba un minuto y Massey devolvió la tranquilidad al coso. El partido se cerró con un nuevo robo (5) y otra asistencia (4) de Reyes. Un coloso, que espera mañana de pie a Vujcic para tumbarle de nuevo.