El Madrid vence sin gran desgaste y acosa al Barça

El caramelo de la Final Four es demasiado goloso como para no pensar en él a todas horas. Quizá por eso el Madrid dormitó durante casi tres cuartos, imaginando que ganaba el martes al Olympiacos, poco centrado en el Pamesa. Plaza volvía a tirar de rotaciones para aligerar esta vez de minutos a jugadores como Reyes (sólo 21). Mientras, los de Spahija, a lo suyo, con serios problemas en el puesto de alero alto (se movieron ahí desde alguno de los bases, al joven Shengelia o, incluso, Pietrus), pero moviendo bien el balón, dando asistencias, aprovechando el partidazo de Rafa Martínez y los 217 centímetros de Kosta Perovic en la zona. Según pintaban las cosas, no es de extrañar que el Pamesa dominara el tempo y también el marcador: 15-21 en el primer cuarto, 36-41 al descanso tras precipitarse Bullock en la última acción y 48-62 después del segundo triple de Shammond Williams. Restaban once minutos, 14 arriba los visitantes, pero sus caras delataban que no se lo creían. "A ver cuánto nos dura la gasolina", comentaba alguien del Pamesa en el intermedio. No fue cuestión de carburante y sí de convicción.

El Madrid recurrió, como casi siempre cuando va abajo al final, a su clásica zona 2-3 y, como casi siempre también, obtuvo rédito. Entró en los últimos diez minutos diez abajo y con un parcial de 9-0 se colocó a rebufo valenciano, dispuesto a adelantarle en la recta de meta. Y lo adelantó con un triple de Llull­, otro de Mumbrú y un coast­ to coast de Van den Spiegel finiquitado con un mate (como lo había hecho Romay contra Il Messaggero­ hace 20 años). Vistalegre había despertado con su equipo, disfrutando con memoria selectiva, olvidándose de los primeros 29 minutos y soñando con repetir este sprint en El Pireo; y con dar caza al Barça, ahora a un triunfo. Un demarraje que protagonizó Van den Spiegel, hipermotivado ante un Pamesa que le desechó en verano. El belga iba a cada palmeo, a cada tapón y firmó nueve puntos seguidos, crecido ante la sombra de Perovic.