"¡Cómo volaba yo cuando tenía pelo!"

El reportaje | Encuentro con una gloria del baloncesto

"¡Cómo volaba yo cuando tenía pelo!"

"¡Cómo volaba yo cuando tenía pelo!"

EFE

Fotos con Leyenda. Vicente Ramos, 61 años, químico de profesión, desafió a las leyes físicas con la estirada monumental que recogió la instantánea de un histórico fotógrafo de Efe. Jugó en el Estudiantes y en el Real Madrid en la gloriosa época del mítico Pedro Ferrándiz.fotos con leyenda

Guarda Vicente Ramos memoria casi fotoeléctrica pero, por si acaso, llega con chuleta que el firmante agradece por el aluvión de detalles que desgrana para el texto del reportaje. Toma carrerilla el base del Estudiantes (llegó al Ramiro con cuatro años) y del Real Madrid desde el 68 al 78: "Esa imagen tiene lugar en el Pabellón nuestro del Real Madrid y la fecha es el 9 de diciembre del 71. Fue una eliminatoria de cuartos de final de Copa de Europa contra el TUS 04 de Leverkusen y el partido acabó 113-63. Su autor fue Jacinto Maíllo, de la Agencia EFE, ya fallecido. Y, por favor, si puede anotar que le mando un saludo cariñosísimo a su familia, a su esposa y a su hija Mari Carmen, que también trabaja en la propia agencia, se lo agradecería"·

Anotado queda porque esa espectacular foto afianzó una relación personal entre el deportista y el redactor gráfico que le inmortalizó con una estampa bellísima: "Así es, a raíz de aquellas fotos hicimos unos pósters y ya mantuve la amistad con él. Antes las relaciones entre periodistas y deportistas eran distintas, casi familiares. En algunos partidos en el Pabellón salías y mirabas y estaba la esposa de Emiliano, Paquita Torres la esposa de Luyk (que por cierto se encontraba en esa grada del fondo de la fotografía junto a periodistas de la época que eran tan queridos para nosotros como Héctor Quiroga o Miguel Ángel Calleja). Y seguías mirando y sabías donde estaban los aficionados de siempre, tus amigos de la facultad, era todo así".

Prosigue Vicente con una descripción detallada de la cámara: "La máquina era una 35 milímetros de película, una Leica, pero en vez de estar en formato apaisado la tenía en formato vertical, con lo cual pillar los pies y la cabeza en el formato estrecho, imagínate. ¿Por qué tenía la cámara así? Porque él estaba para sacar rebotes y esa jugada se produce justo después, pero mantuvo la cámara así y por eso está hecho en esa forma. Tiene mucha más dificultad el enfoque y el encaje de esa foto".

Y la apoteosis, no el salto del tigre de Ramos pero casi: "Yo estaba presionando a Klaus Grenlich, él me rebasa un poco por la derecha y le toco el balón por detrás, con lo que le hago perder el control. Cuando él va a recuperarla, me tiro en plancha a cogerla. Digamos que yo iba a recibir el bloqueo porque el base se iba a apoyar en el del pívot, que era Norbert Thimm y que después fue jugador nuestro. Y como Clifford Luyk estaba un poco más atrás cerca de esa escena de bloqueo, me tiro, la cojo con una mano y se la doy a Clifford. ¡Qué manera de volar cuando tenía pelo! Luyk vio en seguida que la podía robar y salió hacia mí, se la di, pegó un bote y machacó la canasta con una mano. Todo el Pabellón en pie se vino abajo". Recuerda Vicente que no vio reflejada la foto al día siguiente en la Prensa: "No, no la vi hasta dos días más tarde, en un periódico catalán en un hotel de concentración de Mataró porque íbamos a jugar un partido en Barcelona. Y me hizo una ilusión tremenda. Vi que era de la agencia y la busqué después. Me fui un día a EFE, me la enseñaron, me dijeron que la había hecho Jacinto y contacté con él. Le dediqué una foto a don Raimundo Saporta y luego hice dos pósters enormes. Uno se lo regalé al propio fotógrafo dedicado en recuerdo de la instantánea tan bonita que sacó".

El otro póster.

Me hablaba de dos pósters, ¿qué fue del otro?: "El otro, el otro... Yo he tenido dos hijas y lo puse en la habitación de ellas, de las niñas, y como, naturalmente, ellas estaban a otra cosas y a otros ídolos de la época, pues no les encajaba allí y desapareció de la habitación echando leches, ja, ja. Al final acabó bien: está en el despacho de los veteranos del Madrid".

Y supongo que daría mucho que hablar a partir de entonces: "Algún comentario jocoso hubo de los compañeros, era inevitable. Pero de lo que más me acuerdo es de una anécdota con Pedro Ferrándiz. Porque esa misma escena se volvió a producir después en un partido contra el Kas de Vitoria, un buen equipo que también tenía otro de ciclismo. Vinieron a Madrid a un partido de Liga y salimos bastante encendidos porque eran serios aspirantes a desbancarnos. Les dimos un buen repaso y la jugada se produjo cerca de la línea de banda, la repetí para salvar un fuera de banda. Tras tocar el suelo, como llevas cabeza y pies arriba, pues deslizas con el pecho. Y me fui derecho a los pies de Pedro. El banquillo eran trocitos de madera, estructura de hierro y un travesaño por debajo para reforzar. Y Pedro, según me vio venir deslizando, levantó los pies y me pegué un leñazo con la cabeza contra el hierro de debajo. Sólo se le ocurrió decirme: '¡Pero leches, Vicente, que te vas a matar y mira cómo va el resultado, que no hay problemas, que vamos ganando de más de 20 puntos...!". (Interviene el genio, presente no en la lámpara ni en la cámara de fotos, sino en la charla: "Es que Vicente era un exhibicionista". El genio es Pedro, el genuino y único Pedro Ferrándiz, claro). Le rebate Vicente con sonrisa irónica y tirándose otra vez en plancha: "No, hombre, no, nada de eso. Yo era un base sobrio, serio, no el clásico malabarista espectacular como Carmelo Cabrera. Era un poco como el Carlos Jiménez de entonces, pero en base: a mí me encargaban defender a los rivales peligrosos aunque fueran aleros y sobrepasaran con mucho mis 1,78 de altura".

Su carrera fue brillante, como con la Roja, 109 veces internacional. "Estuve diez temporadas en el Madrid, de la 68 a la 78, soy químico y al retirarme me dediqué a eso, llevo 30 años fuera del baloncesto. Mi hermano José Ramón ya había llegado al Madrid dos años antes. Él volvió a Estudiantes y se retiró allí. En el Estu fui compañero de Aíto en todas las categorías. Luego yo fiché por el Madrid y él por el Barcelona. Cuando estaba preparando los Juegos en San Fernando le llamé desde Huelva y me fui a verle entrenar con Jaime Moreno, otro amigo ex jugador que se ordenó sacerdote. Estuvimos un día con él y cenamos juntos. Viví los Juegos con la intensidad de un aficionado y con el especial deseo de que España ganase y que Aíto lograra el oro. La final con los americanos fue un partidazo".

El quite de Bergia.

¿Y sufrió Vicente Ramos alguna de esas estrofas musicales de la Demencia vestido de blanco en el Ramiro, como le ocurre a casi todos los 'traidores'?: "Sí, sí, hombre. Recuerdo mi primer partido contra Estudiantes, teniendo en cuenta que yo entré con cuatro añitos, que estuve hasta los 17 y que en COU pasé a jugar ya con el primer equipo cuatro años. Ellos estaban calentando, sale el Madrid conmigo, abucheo general y un jugador, Pablo Bergia, que deja su rueda, se viene a por mí y me pega un abrazo. Fuimos compañeros de clase, de pupitre, de equipos infantiles y juveniles y les demostró así que Vicente seguía siendo la misma persona con distinta camiseta. Tenían un cántico que modificaron, bueno, al que más bien le añadieron una estrofa: la original era 'tenéis mucho dinero, tenéis americanos, pero no, pero no, pero no tenéis pilila'. El añadido era 'Vicente, sí, Vicente, sí', je, je. Unos de los pocos casos".

Asume con tono de sincera modestia haber sido sólo un eslabón más del éxito del Baloncesto a lo largo de tantos años: "No creo haber hecho nada especial, salvo haber sido muy feliz en este deporte. No siento mayor orgullo que el que vivo hacia dentro. Sí que fuimos felices en una sociedad con un mensaje uniforme que venía de tus profesores, entrenadores, de tu familia. Fuimos una generación disciplinada, muy ordenada a la que poder tener dinero de bolsillo y un coche, pues ya era mucho. Mi primer salario en el Madrid fue un millón por tres años y un R-8 TS. Había camaradería: cuando Ferrándiz nos concentraba en Navacerrada, Juanito (Corbalán) y yo nos subíamos las escopetas y cazábamos. Y si había nieve nos deslizábamos sin que el entrenador se enterara: ahí arriba Pedro (Ferrándiz) estaba a maquinar sus cosas, a inventarse cómo buscarles las cosquillas y acabar con nuestros rivales. Y casi siempre lo conseguía".

El atentado de Múnich.

Mil y una anécdotas jalonan la brillante trayectoria profesional de uno de esos bases de leyenda, del Real Madrid y del baloncesto español (9 Ligas, 7 Copas, dos Copas de Europa, la histórica plata de los Europeos de Badalona, dos participaciones en los Juegos Olímpicos en México 68 y Múnich 72...). Múnich. Ahí se detiene Vicente, en aquel terrible atentado contra deportistas de Israel que ensombrecieron aquellos días: "Fue algo que nos conmocionó porque además nosotros lo vivimos de cerca, muy de cerca. Estábamos alojados en un pabellón contiguo y éramos prácticamente vecinos. Nos dimos cuenta cuando fue llenándose todo de policías y a medida que fuimos conociendo los trágicos detalles la impresión llegó a ser terrible. Yo saqué una máquina de fotos y tiré algunas, de policías y de gente yendo y viniendo. Tenga en cuenta que en aquellos años éramos unos chicos jóvenes, sin un conocimiento excesivo de muchas cosas, y el impacto fue enorme. El deporte debe estar para unir y hacer disfrutar a la gente". Cierto. Ha acabado Vicente anotando un triple de humanidad.