Rojo, impar y pierde

Eurobasket 2007 | España 59 - Rusia 60

Rojo, impar y pierde

Rojo, impar y pierde

La España de Pau (Gasol), Pepu (Hernández) y Pepe (Sáez) no merecía un castigo tan cruel. Eligieron el día más inoportuno para mostrar su peor cara. Dos americanos (Blatt y Holden) lideraron a la nueva Rusia. ¡Qué tristeza!

Maldición.

Somos españoles. Para lo bueno y lo malo. Y nuestra historia está plagada de más lágrimas que sonrisas. Además, nos persigue una maldición numérica que me tuvo todo el día en jaque, barruntando el final más triste de la final soñada. España es subcampeona en la historia de los Eurobasket con una insistencia dolorosa. Siempre fue en año impar, para más señas. 1935 en Ginebra (ante Letonia), 1973 en Barcelona (Yugoslavia), 1983 en Nantes (Italia), 1999 en París (Italia) y 2003 en Estocolmo (Lituania). Pues eso, Madrid 2007 no podía faltar a la cruel maldición. Rojo, impar y pierde

Tiros ¿libres?.

Las finales se pierden por detalles, matices a veces insignificantes. Pero el olor a derrota llenó el Palacio de Goya en los últimos minutos, en los que el España-Rusia se convirtió en un concurso de tiros libres entre Kirilenko y Gasol. Entre Andrei y Pau. Y ahí, el sputnik ruso nos destrozó sin piedad. Cada ataque español, Gasol sumaba un puntito y un tiro al aro (¡erró siete!). Kirilenko, tan pancho, enchufaba los dos como si el aro fuese tan grande como la bañera de su casa de Moscú. La histórica frialdad del equipo de la URSS liderado desde el banquillo por Gomelski reapareció en el peor día y Kirilenko nos machacó con una muñeca de oro. ¡Jugón!

KO ambiental.

Busco más explicaciones al fiasco de los fiascos. Empecemos por las gradas. Para empezar, vi algunos huecos en el remodelado santuario de Felipe II. Mucho griego despistado, lituanos que acabaron animando a los rusos y mucha niña mona, que cantaría Mecano, animando a la Roja sin el ardor necesario en este tipo de eventos. El Europeo debió ganarse también desde las tribunas. Los rusos y los árbitros no se sintieron acosados por el factor ambiental en ningún momento. En Atenas el desenlace habría sido otro. Fijo. Y eso que Manolo Escobar estuvo arropando lo suyo desde su butaca mientras se escuchaba su famoso "Que viva España".

Calderón, grande.

Resulta fácil hacer leña del árbol caído, pero les prometo que llevo toda la semana contándoles a mis colegas del basket (son legión) que me parecía que Pau Gasol no estaba siendo el jugadorazo desequilibrante que esperábamos. Le veía muy lejos del MVP vaticinado por las casas de apuestas y menos enchufado de lo necesario para meter la canasta de oro que prolongase el sueño imperial de Japón 2006. Todo lo contrario que Calderón, enorme, con jerarquía, una mano de jara y sedal y un liderazgo que hubiera merecido mejor premio para este jabato de Villanueva de la Serena. En la grada, junto a mi hermana Amparo, mi sobrino Gonzalo y mi primo Jaro, vislumbré una salida en el atasco de los dos últimos segundos. "Balón a Calderón y triple salvador". Pues no. Gasol, lógico, intentó demostrar por qué es el número uno y se la jugó. Aro, rabia, llanto, derrota y subcampeonato. Pau, ¡levántate crack!

Tío Sam.

Lo que más me enfurece es que encima nos ganen los rusos gracias a una canasta de Holden, más norteamericano que el tipo que se llevó a Beckham a Los Angeles (Lalas) y con un entrenador made in USA (Blatt) al que jamás hubiéramos imaginado llorar escuchando el impactante y solemne himno ruso. Definitivamente, la vida no sigue igual...