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¿Vuelta de vacaciones? Así es el síndrome postvacacional y estos son sus síntomas

El síndrome postvacacional produce una serie de síntomas físicos y psicológicos que suelen durar de 2 a 3 días. Algunas personas pueden padecerlos hasta los 21 días.

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El síndrome postvacacional suele durar de 2 a 3 días, pero algunas personas pueden padecerlo hasta los 21 días.

Se acerca el fin del verano. Septiembre puede ser un mes realmente duro para muchas personas que no se sienten preparadas para volver a la rutina, ya sean estudiantes o trabajadores, aunque está más focalizado en estos últimos. Como consecuencia, comienzan a sentir una serie de síntomas negativos que conforman la denominada ‘depresión postvacacional’.

Sin embargo, Júlia Pascual, psicóloga y directora del Centro de Terapia Breve Estratégica de Barcelona, considera que es un “delito” emplear el término ‘depresión’ para definir a este fenómeno porque banaliza una enfermedad que puede llegar a resultar “muy invalidante”, según explica su página web. En su lugar, la psicóloga aboga por emplear términos más apropiados como ‘estrés’ o ‘síndrome vacacional’.

“Bajo mi punto de vista, no se debería de llamar depresión. Depresión es una enfermedad mental, y el desajuste emocional que la mayoría de las personas padece después de sus vacaciones no acaba de cumplir los criterios suficientes como para llamarle depresión. Por esto, a mi juicio es mejor llamarlo síndrome vacacional”, argumenta en 20minutos.

Lydia Polo García, psicóloga sanitaria del Hospital San Rafael de Madrid, coincide en que no se trata de una enfermedad, sino de un proceso de adaptación normalizado y frecuente en el ser humano, según ha explicado a Europa Press: “Es habitual que el cansancio, el insomnio, la dificultad para concentrarse o incluso la irascibilidad hagan su presencia los primeros días, pero mientras esto sea pasajero no hay de qué preocuparse. Es normal que el cuerpo se rebele contra lo que no nos hace sentirnos tan bien como estábamos hace unos días”.

Síntomas del síndrome vacacional

Según varios estudios, entre un 25% y un 30% de los trabajadores suelen padecer síndrome vacacional, cuyos síntomas físicos y mentales suelen durar de 2 a 3 días, aunque algunas personas pueden llegar a necesitar hasta 21 días para adaptarse a la rutina. “Si el malestar persiste hay que valorar que no se acabe transformando en un trastorno adaptativo ansioso, depresivo o mixto”, advierte Pascual. Esta es la sintomatología más frecuente:

- Cansancio generalizado.

- Dolor muscular.

- Alteraciones del sueño y el apetito.

- Falta de motivación.

- Tristeza.

- Irritabilidad.

¿Quién tiene más riesgo de sufrir estrés postvacacional?

Como ocurre con otras patologías u otros síndromes, hay personas más propensas a sufrir estrés postvacacional. Por ejemplo, los empleados que perciben la vuelta al trabajo como una situación adversa, es decir, como un estrés, tendrán más probabilidad de padecer un trastorno de ansiedad. Según Júlia Pascual, estas son los cuatro tipos de persona que más riesgo corren de padecer el síndrome vacacional:

1. El planificador: la psicóloga define a estas personas como “muy obsesivas que todo lo tienen que tener controlado”, con lo que comienzan a planificar todo antes de empezar a trabajar. “Tienen vulnerabilidad a sufrir síndrome postvacacional porque quieren empezar el trabajo y les salga todo según lo previsto. Si surge algún imprevisto, les pone especialmente nerviosos e irritables”, precisa.

2. El controlador: serían aquellas personas con una especie de trastorno obsesivo compulsivo que “ritualizan mucho su día a día y evitan hacer muchas cosas para propiciar que no pase nada malo, que todo vaya bien o reparar algo de lo que no se fían”. Este exceso de control que ejercen en su realidad puede provocarles ansiedad.

3. El fóbico: este tipo de persona “tiende a evitar afrontar situaciones que percibe como difíciles, con lo que desea constantemente estar en vacaciones porque apenas tiene estrés”. Debido a este miedo, suele delegar las responsabilidades laborales a otros.

4. El profeta negativo: se trata de las personas que “continuamente se hacen pensamientos catastróficos y negativos”.

¿Cómo se puede evitar?

Afortunadamente, es posible evitar este problema si se siguen algunos de los consejos ofrecidos por la psicóloga. La mayoría consiste, especialmente, en retomar los hábitos rutinarios poco a poco, de forma progresiva, comenzando días antes de reincorporarse al trabajo para que el cambio no sea tan brusco. Estas son las recomendaciones de Pascual para volver a la rutina con una actitud positiva:

1. Regresar a casa unos días antes. Volver el último de vacaciones puede hacer que resulte más difícil familiarizarnos con la rutina, con lo que es mejor hacerlo unos días pantes para “ir adaptando el horario de vigilia y sueño, los hábitos alimenticios que solemos haber perdido en vacaciones, así como la actividad deportiva y el contacto con los estudios, la formación o con nuestra agenda laboral”.

2. Planificar objetivos realistas y empezar por el más pequeño. Sobrecargarte de objetivos y retos nada más llegar no hará más que aumentar la sensación de descontrol y podría provocar que te bloquees debido a la saturación. Por eso, no hay que empezar al mismo nivel que cuando te fuiste, sino ir poco a poco.

3. Regularizar tu agenda laboral priorizando lo más inmediato. La capacidad de organización es importante, especialmente a la vuelta de vacaciones. Por eso, en caso de no poder acabar las tareas, la psicóloga aconseja “anotarlas en una lista y así realizarlas en cuanto te sea posible”, de forma que no pensarás constantemente en ellas.

4. Seguir contando con tiempo libre. También es fundamental continuar teniendo tiempo libre para descansar o dedicarlo a nuestras aficiones, familia y amigos, de forma que podamos desconectar.

¿Cómo superarlo?

En caso de sufrir síndrome postvacacional, no hay que agobiarse, ya que también existen trucos para dejar de sentirlo lo antes posible. Lo más importante es saber que se trata de algo temporal, por lo que Pascual te anima a que “no seas duro contigo mismo, sino amable”. Esto significa que debes “tenerte paciencia y ser comprensivo contigo mismo y estar sereno cuando, por ejemplo, no vayas tan rápido hacer las cosas, por equivocarte, por tener dificultad de mantener la atención, por tener sueño y sentirte agotado…”.

En segundo lugar, la psicóloga plantea una rutina diaria para que el síndrome se vaya esfumando progresivamente: “Te recomiendo que cada mañana, antes de ir al trabajo, cuando estés en el lavabo y frente al espejo y te estés dando tus últimos retoques te preguntes sobre qué vas a hacer durante el día, como si no tuvieses síndrome vacacional. De todas las ideas que te plantees, elige una, la que sea más sencilla de realizar y realízala durante el día”.

En definitiva, reflexiona que “para salir de este síndrome, lo mejor es hacer pequeñas acciones como si no existiera, y el día menos pensado, realizando estas pequeñas acciones saldremos de él. Por el contrario, si te vuelves un experto en postergar y evitar las tareas laborales que más fastidio te dan cada día, te van a pesar más y más, y esa carga fácilmente se puede transformar en un problema de ansiedad o depresión”.