La posible relación Putin-Trump hace saltar las alarmas en Europa: “Estamos en un tiempo de alta polarización”
Emili Blasco, profesor de Relaciones Internacionales de la Universidad de Navarra, ha hablado con Diario AS sobre las polémicas declaraciones del que posiblemente sea el próximo presidente de Estados Unidos.
El expresidente de Estados Unidos y candidato republicano, Donald Trump, ha asegurado esta pasada semana en un acto de campaña que “animaría” a Rusia a atacar a cualquiera de los aliados de Estados Unidos en la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) que considere que no han cumplido con sus obligaciones financieras.
Las declaraciones del que posiblemente sea el próximo presidente representan una nueva señal en la que no descarta sacar a Estados Unidos de la Alianza Atlántica. Una posibilidad que, de hecho, está en su programa electoral y ha provocado que el Congreso de Estados Unidos -con los votos de demócratas y republicanos- haya incluido en el Presupuesto de Defensa de este año una norma prohibiendo llevarla a cabo.
Más detalles
La salida de la OTAN, cabe destacar, sería un proceso legislativo complicado en el que Trump necesitaría un apoyo masivo del Congreso que no podría alcanzar. Ahora bien, otra cosa muy distinta es el Artículo 5, que garantiza la protección mutua de los miembros de la Alianza. Ahí, el presidente sí tiene capacidad de actuar prácticamente en solitario.
Ante estas circunstancias, la Casa Blanca se ha visto obligada a responder reprobando los comentarios del expresidente en un comunicado. En él, exhibe que “alentar invasiones de nuestros aliados más cercanos por regímenes asesinos es espantoso y desquiciado, y pone en peligro la seguridad nacional estadounidense, la estabilidad global y nuestra economía doméstica”.
Sobre todo esto y mucho más, ha hablado el Diario AS con Emili Blasco, profesor de Relaciones Internacionales de la Universidad de Navarra:
PREGUNTA: Las recientes declaraciones de Trump sobre animar a Putin a atacar a los aliados de la OTAN que paguen poco han generado una gran preocupación en Europa y más allá. ¿Cómo interpreta estas afirmaciones desde una perspectiva de relaciones internacionales y seguridad global?
RESPUESTA: Declaraciones de ese tipo refuerzan el perfil de Trump ante su propio electorado, si bien no le ayudan a ganar apoyo entre los estadounidenses que se declaran independientes y que son decisivos en las elecciones de noviembre; en todo caso, le permiten a Trump monopolizar la atención.
A nivel internacional, sus declaraciones son contraproducentes para los intereses de Estados Unidos y de sus aliados. Los países europeos de la OTAN ya están en un proceso de mayor inversión en defensa. Es verdad que la presidencia de Trump sirvió para empujar en esa dirección, pero es la agresión de Rusia y la amenaza que supone Putin lo que realmente ha convencido a países como Alemania y España a aumentar el gasto militar o a Finlandia y Suecia a fortalecer la Alianza con su ingreso.
Crear división entre los aliados y envalentonar a Putin potencia a Rusia como contrincante: un error comercial de aprendiz por el que a Trump le despedirían de cualquier empresa.
P: Las relaciones entre Estados Unidos y Europa han sido históricamente fundamentales para la estabilidad global. ¿De qué manera cree que sus palabras podrían afectar las relaciones transatlánticas y la cohesión dentro de la OTAN?
R: De volver Trump a la Casa Blanca, a los países europeos no les quedará más remedio que esperar que pase ese nuevo mandato sin que se rompa ningún jarrón. Su anterior presidencia ya fue convulsa en cuanto a gestos y declaraciones, pero nada sustancial se dañó definitivamente y tras el hiato de cuatro años pudo volverse a la normalidad entre Washington y Bruselas.
El único país europeo que, por su “relación especial”, podría verse obligado a secundar a Estados Unidos en alguna ocurrencia de Trump (Reino Unido), está firmemente comprometido en confrontar a Putin.
Actitudes displicentes por parte de Trump pueden reafirmar la vía propia en el seno de la OTAN de algún miembro díscolo como Turquía o Hungría, pero el futuro de la Alianza no está tanto en manos de Trump como del nuevo orden mundial que se está configurando.
P: Algunos críticos sugieren que este tipo de comentarios podrían socavar la credibilidad y la seguridad de la OTAN como alianza defensiva. ¿Qué medidas cree que se deberían tomar para abordar estas preocupaciones y fortalecer la unidad dentro de la organización?
R: Ciertamente, cuestionan la credibilidad de la OTAN, pero también la de Estados Unidos. Justo cuando comienza a haber un runrún sobre próximos objetivos de Putin, más allá de Ucrania, no ayuda en absoluto que se ponga en cuestión la seriedad del artículo 5 de la Alianza, sobre la mutua defensa.
Tampoco beneficia a Estados Unidos en particular, muy especialmente en relación con Taiwán, que se dude de que acudirá en ayuda de quien ha prometido proteger.
Para contrarrestar esa percepción, los países europeos de la OTAN –y no me cabe duda de que también lo hará Estados Unidos– deben seguir advirtiendo muy seriamente a Rusia de que cualquier agresión será contundentemente respondida. La mejor manera de demostrar esa disposición es seguir ayudando a Ucrania.
P: Desde una perspectiva más amplia, ¿cómo evaluaría la influencia continua del expresidente Trump en la política global y el discurso público, incluso después de dejar el cargo? ¿Consideras que estas declaraciones son representativas de una tendencia más amplia en la política internacional?
R: Estamos en un tiempo de alta polarización, en el que la política se mueve a golpe de percepciones a través de redes sociales; en un marco así se entiende el eco que obtiene Trump.
La disrupción de los modos políticos estables que conocíamos obedece a una profunda transformación social y cultural que también tiene su manifestación en la política internacional: caminamos hacia un mundo en el que Occidente y los valores que venía encarnando se ven confrontados por un eje liderado por China y Rusia que está logrando reclutar seguidores en el Sur Global.
La globalización ya está en retroceso y que la situación no derive en un planeta resquebrajado en dos dependerá del esfuerzo que se haga internacionalmente para hacer prevalecer instituciones comunes. Talantes como el de Trump aceleran ese proceso desde el mismo Occidente.