Rusia y China establecen una relación “sin precedentes”
El ministro de Defensa del Kremlin, Sergei Shoigu, cree que las relaciones bilaterales entre los dos países son vitales para la “estabilidad global”
Dividir el mundo en bloques no es tan fácil como parece. La geopolítica es, por definición, intrincada y compleja. Mil factores pueden hacer que se desencadene un escenario completamente nuevo e inesperado en la escena internacional. Los intereses económicos, las relaciones diplomáticas y la correlación de fuerzas abren y cierran constantemente nuevos ciclos entre las naciones del planeta. A veces, los amigos pueden resultar díscolos y los enemigos más razonables de lo que se anticipaba.
Rusia lleva más de un año girando la cabeza hacia Pekín en busca de un gesto de complicidad hacia sus planes expansionistas. A pesar de que, en principio, estos dos países son aliados naturales en el empeño de hacer un contrapeso oriental al dominio otanista, el gigante asiático no siempre se ha mostrado del todo comprensivo con las formas del Kremlin. Si bien es cierto que el gobierno chino no ha condenado hasta la fecha la invasión de Ucrania, también lo es que Xi Jinping ha tenido como política general intentar que la guerra le salpique lo menos posible.
Hace tan solo unas semanas, China publicó lo que llamó su “plan de paz”. Un documento donde se exponía una posible vía para finalizar el conflicto entre Rusia y Ucrania. A pesar de que el texto fue considerado “insuficiente” por las potencias occidentales, el cierto deje de equidistancia en el tono del escrito podría entenderse como una llamada de atención a Putin. Se admitía que las preocupaciones y los motivos de Rusia eran legítimos, culpando a la OTAN de la situación actual, pero a cambio también se apuntaba, en esencia, que China respeta la integridad territorial ucraniana.
Este último punto fue recibido por el propio Zelenski como un paso en la buena dirección. A pesar de que Ucrania ya ha declarado que no tiene intención de sentarse en una mesa de negociación que no garantice la devolución de todos los territorios ilegalmente anexionados, son muchos los guiños que ha lanzado a China para conseguir su mediación y arbitrio. Y es que Rusia ya ha mostrado una absoluta falta de predisposición a aceptar a los organismos internacionales como interlocutores válidos en el proceso de paz. Pero una intervención de Xi Jinsping para tratar de calmar los impulsos más belicistas de Putin sería, para algunos, decisiva.
Silencio y ambigüedad
China es el socio comercial preferente de Rusia. Los lazos económicos que unen a las dos extensísimas naciones son hondos y estrechos. Por eso, ambas administraciones se cuidan mucho de disgustar a la otra. Al igual que la ONU y los aliados occidentales tratan de forzar un compromiso de neutralidad por parte de Pekín, Moscú trabaja día y noche en una mayor involucración china que decante la balanza en favor de la trinchera oriental. Entre el silencio y la ambigüedad, el astuto y calculador Xi Jinping parece mantenerse en calma.
No obstante, todos los ojos están puestos en el inminente viaje del mandatario asiático a Moscú (tal y como lo ha revelado el Wall Street Journal), donde está previsto que se reúna con Putin para discutir en profundidad el estado actual y los probables devenires del conflicto. Rusia confía en, esta vez sí, obtener la complicidad sin ambages de un socio que, hasta ahora, se ha comportado como su hermano mayor, llamándolo a la calma y tratando de apaciguar sus arrebatos de exaltación. El propio ministro de Defensa ruso, Sergei Shoigu, ha declarado que el fortalecimiento de las relaciones bilaterales Moscú-China es algo “vital para la estabilidad global”.
Pero Xi Jinping, como de costumbre, mantiene todas sus opciones abiertas, pues también se reunirá en el futuro cercano con Zelenski de forma telemática para oír su lado de la historia. Mientras tanto, Estados Unidos se mantiene extraordinariamente cautelosa ante la pretendida neutralidad china y vigila de cerca cualquier indicio de que su principal competidor pueda estar proporcionando armamento en secreto a las tropas del Kremlin.