Rusia recibe la sanción más dura en lo que va de guerra
La prohibición europea de importar productos refinados de Rusia plantea un nuevo problema para el Kremlin, que verá recortadas sus exportaciones.
Tras casi un año de guerra, y después de numerosas sanciones internacionales, este pasado domingo 5 de febrero entró en vigor el más doloroso de los castigos para el Kremlin. No ha sido hasta pasado este tiempo cuando ha llegado la desconexión de la Unión Europea de su principal proveedor de combustibles. Moscú tratará ahora de encontrar una alternativa a su venta en los mercados de China, India y Turquía.
Un proceso en el que, se estima, perderán tanto Rusia (por las pérdidas económicas tras salida de un importante ‘cliente’) como Europa (por la posible situación de incertidumbre en el mercado de los carburantes, que podrían experimentar subidas en las próximas semanas). El Viejo Continente, mientras tanto, buscará alternativas al diésel ruso en Oriente Medio y Estados Unidos.
En esencia, esta medida impide la importación de petróleo y otros derivados procedentes de Rusia. Del mismo modo, se ha fijado un tope al precio de los derivados del crudo (como el diésel, la gasolina o la nafta) que afecta a terceros países. Algo con lo que buscan ampliar el impacto sobre los productos exportados por la Rusia de Vladimir Putin.
De este modo, el país tercero (ya sea de fuera de la UE o el G7) no podrá adquirir derivados rusos por encima del tope marcado por estas organizaciones (de 100 dólares para el barril de diésel y gasolina). Un tope que afecta de lleno a terceros países, pues la mayoría de empresas de los mercados de las navieras o aseguradoras son occidentales. Pero Rusia, con el fin de dejar de depender de la red de transporte de Occidente, trabaja en levantar una flota de barcos y empresas para movilizar sus productos.
Alternativas de Rusia y Europa
El mercado, por el momento, se mantiene estable en estos primeros compases de la sanción a Rusia. Pero es de esperar que termine por cambiar, como ya están virando las exportaciones rusas, redirigidas a países como China, India y Turquía. “China es ahora, con diferencia, es el socio comercial más importante de Rusia. El comercio entre Rusia y China aumentó en casi 27.000 millones durante marzo-septiembre de 2022 en comparación con el período correspondiente en 2021. El aumento fue impulsado principalmente por las mayores exportaciones de Rusia a China”, explican los economistas del Institute of International Finance (IIF).
En sentido contrario, Rusia ha comenzado a importar cada vez más chips procedentes del gigante asiático (aunque fabricados en Hong Kong), consiguiendo estar ligado a la tecnología global pese a los repetidos intentos de Europa por aislar a Moscú. Antes del conflicto con Ucrania, el Kremlin importaba chips de países como Alemania, Corea del Sur y Países Bajos. Por otro lado, también se ha registrado un aumento de las exportaciones, en ambas direcciones, entre Rusia y Turquía.
Europa, por su parte, apuesta por sustituir el petróleo que hasta ahora llegaba de Rusia con otros productos refinados desde Asia. Pero el coste para el consumidor podría ser mayor, pues los trayectos son más largos. Además, el incremento en la demanda de camiones cisterna que transportar el combustible por Europa han elevado los costes. Los precios, por el momento, se mantendrán estables “hasta que quede claro cómo se recuperará la demanda china o cuáles serán las consecuencias del embargo”, explican los analistas del Commerzbank.
Con todo esto, y ante la entrada en vigor de esta medida, desde Europa se han estado preparando para aumentar las reservas de gasóleo en las últimas semanas. Una tendencia visible desde el pasado mes de diciembre, logrando los niveles de inventario más altos desde julio de 2021. Ahora, Rusia se enfrenta a un momento clave, pues no podría colocar toda su producción en China, India y Turquía. Según precisa el Bando de Rusia, se prevé un descenso notable en las exportaciones (cerca de un 38%) y una caída del PIB por encima del 1% para este 2023.