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ACTUALIDAD

Rifirrafe entre Borrell y Medvedev

El Alto Representante europeo y el expresidente ruso tuvieron un encontronazo provocado por un tuit del diplomático catalán

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FILE PHOTO: High Representative of the European Union for Foreign Affairs and Security Policy Josep Borrell attends a news conference, ahead of the G20 Foreign Ministers' meeting, in New Delhi, India March 1, 2023. REUTERS/Anushree Fadnavis/File Photo
ANUSHREE FADNAVISREUTERS

La diplomacia es un continuo y sofisticado juego de equilibrios. Las naciones modernas tienen nutridos cuerpos funcionariales con la misión de establecer relaciones bilaterales y multilaterales con otros Estados y entidades. Si algo caracteriza la acción exterior occidental, de inspiración inequívocamente liberal e idealista, es la búsqueda del equilibrio entre poder duro y poder blando. Llegar con la palabra lo más lejos posible para evitar la escalada de los conflictos de intereses y las inevitables fricciones de la escena mundial.

No obstante, los últimos tiempos han estado marcados por el último gran fracaso de las vías diplomáticas, la invasión de Ucrania. Una de las guerras más mortíferas de la modernidad a las puertas del territorio otánico y europeo. Las demandas del Kremlin, incompatibles con las aspiraciones de soberanía de Kiev, han conducido a una guerra cuyo fin no se atisba cercano. Las posiciones enconadas a lo largo de los años acabaron cristalizando en aquello que se quería evitar a toda costa: una erupción bélica a gran escala.

A pesar de que las balas ya silban desde hace más de un año, no cesan los intentos de ambos bloques de ganar la batalla en otros frentes. Unos que no tienen víctimas pero sí incidencia real en el desenvolverse de la colisión armada. La batalla de la propaganda y el discurso. Por un lado, Europa, Estados Unidos y sus aliados tratan de trasladar a la población mundial la idea de que la guerra de Ucrania es ilegal, y de que las pretensiones de Putin desafían las nociones más elementales del derecho internacional.

Día de los Inocentes

En el otro extremo, Rusia despliega sus métodos de persuasión para defender sus acciones, alegando un inadmisible ánimo expansionista por parte de OTAN que amenazaba de forma flagrante sus fronteras y trae al enemigo a la puerta de su casa. Más de medio mundo está en algún lugar entre estos dos puntos encontrados, pues son decenas las naciones que han evitado posicionarse claramente. No obstante, la presión occidental se traslada cada vez más al plano supranacional y a entidades de influencia global como la ONU

El Consejo de Seguridad es uno de los brazos de las Naciones Unidas con más margen de acción. Una comisión cambiante de diferentes países que debaten acontecimientos y conflictos surgidos a lo largo y ancho del mundo, pudiendo emitir declaraciones de condena conjunta o empujar para la adopción de sanciones económicas. La mayor parte de los asientos del Consejo van cambiando de manos entre los muchos miembros de la asamblea de la ONU. Solo cinco países tienen butaca permanente (y derecho a veto): Rusia, China, Estados Unidos, Francia y Reino Unido.

La presidencia del órgano es rotatoria, y cambia de manos cada dos meses. El motivo de discordia es que Rusia acaba de tomar posesión al frente del grupo. Esto ha sido duramente criticado por Ucrania y por los miembros de la Unión Europea. De hecho, el Alto Representante de la UE, el español Josep Borell, escribió un tajante tuit en el que venía a decir que el hecho de que se permitiera a Rusia desempeñar este cargo era “como una broma del Día de los Inocentes”.

Este comentario no gustó nada al célebre Dimitri Medvedev. El que fuera presidente de Rusia entre 2008 y 2012, hoy es el vicepresidente del Consejo de Seguridad del país. Siempre polémico y de formas histriónicas, ha respondido a Borell desde su cuenta de Twitter con un tajante: “Él sabe mucho del Día de los Inocentes, al fin y al cabo es SU día”. Otro episodio más de colisión entre líderes de los dos bloques en el escaparate cristalino de internet.