¿Pueden subirme la factura del gas de repente y qué puedo hacer si ocurre?
Las tarifas reguladas por el Gobierno fijan un precio determinado durante un tiempo concreto. Cuando el contrato termina, los precios se actualizan: si subieron, subirá tu factura.
El ingeniero industrial y experto en energía Jorge Morales ha contado esta mañana en el programa Hoy por Hoy un mensaje que recibió de un jubilado contándole un cambio en su factura de gas: “La semana pasada recibí un mensaje de un jubilado que me decía que su compañía de gas le dice que su factura va a pasar de 1.300 euros a 4.600 este invierno”. ¿Es esto posible?
Según explica Cadena Ser, muchos consumidores pueden encontrarse en esta situación cuando finaliza la tarifa fija que contrataron. Es decir, el cliente contrató una tarifa fija cuando el gas estaba más barato y ahora que vence el contrato, las compañías energéticas actualizan el viejo precio por lo que cuesta ahora el gas.
Existen dos tipos de mercado del gas. Por un lado, el libre, en el que las empresas comercializadoras ofrecen sus precios a los clientes. Por otro, el regulado, bajo supervisión del Gobierno. Esta tarifa regulada se la conoce como Tarifa de Último Recurso (TUR), la que tiene el jubilado sorprendido por su factura y la de otros muchos hogares.
¿Cómo funciona la tarifa regulada?
La tarifa regulada es abordable solo para los hogares que consumen menos de 50.000 MWh al año, una cifra accesible si tenemos en cuenta el consumo medio de un hogar, 10.000 MWh. El precio de la tarifa regulada se fija cada tres meses bajo control del Gobierno: por ejemplo, la subida no puede ser superior al 4,6% gracias a un decreto.
Así, se fija un precio determinado durante un período concreto de tiempo para los consumidores, que no tienen que preocuparse (durante ese tiempo) por la subida del precio del gas. Pero una vez finaliza el contrato, el precio se actualiza y la empresa comercializadora notifica al cliente con los nuevos cambios.
En todo caso, siempre es posible cambiar de un tipo de tarifa a otro. Ambos mercados coexisten y los consumidores pueden escoger la tarifa que más les beneficie. Si tenemos una tarifa regulada y deseamos cambiar a una libre, no hay ningún problema. Tampoco lo habrá si, estando en una tarifa libre, nos interesa una tarifa regulada.