Rusia manda un aviso tras la reunión entre China y Ucrania
La llamada entre Xi Jinping y Volodímir Zelenski ha provocado el sobresalto del Kremlin, incapaz de aceptar las posiciones ucranianas en el ámbito territorial y condenado a acatar las chinas.
Durante la Guerra Fría el mundo quedó colgado de una línea telefónica protagonizada por uno de los símbolos pop más famosos de todos los tiempos: un teléfono rojo. La imagen representa la importancia de la comunicación en el tablero de la geopolítica, factor que condiciona las relaciones entre todos los países. Como en el patio de un colegio, hay personas con las que “no se puede hablar jamás”, otras con las que “tú veras lo que pasa” y están “tus colegas”.
Tras la conversación entre el líder chino, Xi Jinping, y su homólogo ucraniano, Volodímir Zelenski, el mundo ha vuelto la cabeza para mirar de reojo a Rusia. Su reacción es el siguiente paso en un patio geopolítico donde cada vez hay menos cabinas telefónicas. Suena el timbre y el Kremlin no ha tardado en romper el silencio.
Rusia, con una mano delante y otra detrás
A través de una rueda de prensa, el portavoz de la Presidencia rusa, Dmitri Peskov, se ha encargado de estrechar con una mano los intereses de la reunión y ocultar la otra por detrás: “Saludamos todo lo que pueda acercar el fin del conflicto y que Rusia consiga todos sus objetivos”. Una afirmación que se antoja contradictoria si se admite el plan de paz ucraniano, que, efectivamente, propone el cese de la guerra, pero que en ningún caso permite a Moscú cumplir con sus intereses territoriales.
Bajo la misma estrategia comunicativa, una de cal y otra de arena, ha admitido que la conversación de Xi y Zelenski es un “asunto soberano de esos dos países”, pero que, por el momento, “el presidente ruso, Vladímir Putin, no planea nuevos contactos con su homólogo chino”. Y siembra la confusión en la administración pekinesa.
En realidad, se trata de un dardo que no causa grieta en la sólida amistad -reforzada tras las reuniones del pasado mes- entre China y Rusia. Tampoco a Moscú le interesaría romper sus relaciones con el gobierno de Xi Jinping, decisión que podría significar un disparo en su propio pie en términos geopolíticos.
En esa línea, la portavoz de Exteriores de Rusia, María Zajárova, ha manifestado que Moscú observa muchas “coincidencias” entre el enfoque ruso y la propuesta de paz propuesta por China. Zajárova sopló para que la pelota pasase al techo del Palacio Mariyinski, hogar residencial de Zelenski, al asegurar que “el problema no radica en la falta de planes buenos”. Es decir, el fallo no está en la llamada telefónica; se trata de la actitud de Ucrania ante el teléfono.
“Hasta el momento, el régimen de Kiev ha mostrado su rechazo a cualquier iniciativa sensata dirigida a una solución política y diplomática de la crisis ucraniana”, ha cargado la portavoz. En la mochila de responsabilidades ante el alargamiento de la guerra, Zajárova mete otra piedra más en el bolsillo ucraniano al agregar que “ha condicionado su eventual consentimiento a negociar ultimátums con demandas poco realistas”.
Kiev reacciona: las fronteras de 1991
No se ha visto de la misma forma desde el despacho de Zelenski, quien ha asegurado que, por fin, existe la oportunidad de utilizar la influencia política de Pekín para restaurar la paz. A fin de cuentas, el presidente ucraniano sabe que la oposición que presta Rusia a Occidente no puede ser de la misma magnitud si delante tiene a China.
Esta conversación ha sido definida como “larga y bastante racional” por el propio mandatario ucraniano; adjetivos que no casan con la tranquilidad rusa ante la supuesta proposición que la administración Xi ha tenido que defender al teléfono en su papel como mediador. De los 12 puntos que plantea China como claves para cesar la “mentalidad de guerra fría”, causa especial fricción y dolor de cabeza en Kiev el que atiende a las “legítimas preocupaciones de seguridad de los países”, que constituye un guiño a las exigencias rusas.
Zelenski propone volver a las fronteras de 1991 -Crimea incluida-, y Putin no quiere soltar el territorio que ya ha anexionado. Xi se encuentra mediando. Ante la pregunta acerca de si el líder ruso y su par chino han tratado la posibilidad de atender a la distribución territorial propuesta por Ucrania, Peskov ha zanjado con un contundente “no ha sido tema de conversación”. El Kremlin, sutilmente, corta un cable a un teléfono rojo dañado mientras no deja de llover en el patio del colegio.