Rusia bombardea Ucrania con una nueva táctica
Los ataques se producen ahora de forma simultánea y desde diferentes puntos, dificultando la labor de los sistemas de defensa. El porcentaje de impacto ha aumentado considerablemente.
El invierno se prevé duro para Ucrania y el frío no será el principal problema. Las tropas de Kiev no consiguieron hacer los avances esperados durante la anunciada ofensiva veraniega y, entre la falta de recursos y las malas condiciones climatológicas, el plan de Zelensky para los meses invernales ha sido atrincherarse y mantener el territorio recuperado. Mientras, Rusia ha estado acumulando armamento y misiles durante los últimos meses, esperando un momento de debilidad del enemigo que previsiblemente llegaría a comienzos de año. Tras una pausa del conflicto a mediados de 2023, el pasado noviembre llegó la esperada tormenta en forma de misiles y drones Shahed y una intensificación de los bombardeos, que han ido aumentando gradualmente y en las últimas semanas han llegado a niveles similares a los vividos al inicio del conflicto hace ya casi 2 años.
Nueva estrategia
Uno de los bastiones de la defensa ucraniana era sus poderosos sistemas de defensa antiaéreos, que habían conseguido repeler con éxito los numerosos ataques rusos sobre su territorio. El porcentaje de impacto de un misil ruso era de apenas un 20%. Sin embargo, el Ejército ruso no utilizó solo la pausa veraniega para acumular armamento, sino para desarrollar un nuevo método con el que eludir las defensas ucranianas y, por ahora, está siendo altamente efectivo. Este martes los bombardeos sobre tres ciudades ucranias dejaban 8 civiles muertos y 70 heridos, de los 41 cohetes utilizados, solo 21 pudieron ser derribados. El pasado 8 de enero, de los 59 proyectiles disparados, solo se interceptó a un 40%.
Oleadas simultáneas
La nueva estrategia del Kremlin, que por ahora ha dejado a Kiev sin capacidad de respuesta, pasa por usar una gran cantidad de misiles en oleadas consecutivas desde puntos diferentes. Hasta ahora los misiles rusos solían llegar en ataques espaciados y desde un mismo punto, mientras que en las últimas semanas los bombardeos han sido simultáneos y, por tanto, mucho más difíciles de interceptar. Mientras en Kiev, la ciudad más protegida del país, se conseguía repeler la práctica totalidad de los misiles, el disputado enclave de Járkov, a solo 40 kilómetros de la frontera, sufría un ataque que dejaba 7 muertos y más de 50 heridos. La estrategia seguida en esta ciudad fronteriza ha evidenciado los nuevos métodos del Ejército ruso para doblegar a su vecino del oeste.
Lanzamientos coordinados
El ejército invasor lanzó primero una serie de misiles de crucero Kh-101 y Kh-555 desde el mar Caspio. Cuando estos se encontraban todavía sobrevolando territorio enemigo, dispararon misiles balísticos Iskander desde las provincias fronterizas de Bélgorod y Voronezh. Este tipo de misiles son especialmente veloces, puede superar la velocidad del sonido, y entraron en el espacio aéreo ucranio cuando los sistemas de defensa estaban ocupados repeliendo los misiles de crucero previamente lanzados. Hasta ahora las fuerzas rusas solían atacar Járkov desde la próxima ciudad de Bélgorod y la combinación de ataques provocó un colapso del sistema antiaéreo. En los bombardeos del 29 de diciembre, donde fallecieron 39 personas, la agresión también se produjo desde diferentes puntos, llegando algunos misiles a sobrevolar, incluso, el espacio aéreo polaco.
Esta estrategia la han aplicado también con los drones kamikaze conocidos como Shahed. Enjambres de decenas de drones cercan y se lanzan sobre un mismo objetivo y las ametralladoras antiaéreas precisan de una gran coordinación para poder evitar algún impacto. Según diversas fuentes de inteligencia, uno de los principales objetivos de Rusia es agotar la munición antiaérea ucraniana, que utiliza en su mayoría misiles estadounidenses Patriot, país que ha cortado su envío de armamento tras los bloqueos del partido republicano.
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