Mario Picazo: “Las gasolinas y el carbón tendrían que estar suprimidos totalmente”
El que fue hombre del tiempo de Telecinco habla con Diario AS y compara Estados Unidos con España en materia de calentamiento global: “Somos un ejemplo a seguir para los americanos”.
Al calentamiento se le añade la descripción ‘global’ porque afecta a todo el mundo. En la última cumbre climática, casi 200 países firmaron el Pacto Climático de Glasgow. Pero la situación es diferente en cada país, con sus propios problemas y retos. ¿Qué diferencia a España en materia climática de una de las primeras potencias mundiales ? ¿Lo hacemos mejor que Estados Unidos?
Mario Picazo (Colorado, 1963), meteorólogo y profesor de cambio climático en la Universidad de California en Los Ángeles (UCLA) ha explicado a DIARIO AS los puntos fuertes de cada país: ha trabajado como científico en España y en EE.UU, y la etiqueta de hombre del tiempo de Telecinco todavía le persigue. En este caso, las comparaciones serán odiosas porque nadie querrá cambiar sus costumbres. Pero también son necesarias. La supervivencia pasará por un cambio de hábitos, dice. Deberíamos creerle, porque de Supervivientes sabe algo.
“Somos un ejemplo a seguir para los americanos en muchos aspectos”, dice Picazo. Según el informe Transatlantic Trends 2022, los españoles priorizan el cambio climático como el principal desafío a afrontar (22%). Ese porcentaje en Estados Unidos se reduce hasta el 14%, ocho puntos menos. “En España, como país europeo, somos bastante más eficientes, más sostenibles en muchos aspectos. No te digo que en España no haya negacionistas o gente que no sume, pero creo que en conjunto somos mucho más conscientes”, asegura el meteorólogo.
A picazo le hace “gracia” cuando le mandan un artículo científico que intenta desmontar el cambio climático. “Ese discurso negacionista es el 0,5% de todos los científicos del mundo”, asegura. Según un artículo de la NASA, el 97% de los científicos del clima que publican activamente están de acuerdo en que el cambio climático está ocurriendo y que es fruto de las actividades humanas. Según datos del World Economic Forum de 2020, en España un 56% confía en lo que dicen los científicos sobre el cambio climático. En Estados Unidos, ese porcentaje es del 45%.
¿Es Europa más ambiciosa que EE. UU.? El Acuerdo de París
¿Somos más sostenibles? En 2020, el 21,22% de la energía consumida en España fue renovable, según datos de Statista. Ese mismo año, EE. UU. utilizó un 12% de energía renovable, casi 10 puntos menos que nuestro país, según la U.S Energy Information Administration. “Podríamos ser la Arabia Saudí de Europa en lo que se refiere a ciertas energías renovables. Tenemos una cantidad de sol tremenda. Podríamos incluso no solo generar mucho con el sol, sino vendérselo a otros países”, indica Picazo. Sus palabras recuerdan a las del CEO de Tesla, Elon Musk, que propuso a España “construir un panel solar masivo” que “alimentaría a toda Europa”. “También tenemos viento, somos un país rodeado de mar con viento. Tenemos capacidad de ser muy potentes dentro de Europa y lo estamos haciendo”, dice Picazo.
Pero tampoco es para tirar cohetes. El año pasado, las emisiones de CO2 en España crecieron 19,447 megatoneladas, un 9,15% más respecto al año anterior. Nuestro país se encuentra en la posición 159 en el ranking de países por emisiones de CO2, formado por 184 países, donde se ordenan los países de menos a más contaminantes donde China, Estados Unidos, India, Rusia y Japón copan el top 5.
Para entender la comparativa España - EE. UU. hay que mirar hacia arriba, hacia Europa, “un pastel de países, algunos más ambiciosos que otros en materia de transición ecológica o medioambiental”. En Europa “tenemos el ímpetu, la motivación de hacer las cosas de otra forma, de ser un ejemplo”. En el Acuerdo de París, Estados Unidos se ha comprometido a recortar sus emisiones entre un 50% y un 52% para 2030 (ya es en torno a un 25% más de lo que se marcó como objetivo Obama). Los países de la Unión Europea, que mandan sus propuestas de forma conjunta, tienen fijado un mayor porcentaje de bajada de emisiones para 2030 (un 55%), mientras que Reino Unido lo ha establecido en el 68% para 2030 y 78% para 2035. ¿Deberían ser las mayores potencias las más exigentes?
Lo cierto es que la administración de Biden no ha tenido cuatro años, “los que sí han tenido otros países”, para afianzar esos objetivos. Bajo el mandato de Trump, EE. UU. se salió del Acuerdo de París en 2020. “Es decir, empiezas con retraso y claro, tienes que dedicar una parte importante de tu presupuesto a hacer esta transición”. Ahora, el debate, la polarización estadounidense y, sobre todo, la politización del cambio climático, obstaculiza la transición verde en el otro lado del charco. ¿Por qué? “En España producimos combustibles fósiles, pero los importamos más. Estados Unidos los produce. Hay una industria muy importante. Entonces, cuando a alguien le tocas su bolsillo, ahí tienes un problema”, dice Picazo. “La gasolina es un gran negocio en los Estados Unidos, sobre todo en estados como Texas o Nuevo México, y hay un lobby que lucha constantemente porque no se instalen las renovables y que puedan seguir haciendo dinero, independientemente de que crean o no que esto está provocando un problema serio”.
La politización del cambio climático. La emergencia climática vs. el negocio del combustible fósil
Según la U.S Energy Information Administration, en 2021 Estados Unidos fue el país que más petróleo extrajo al producir el 20% del total mundial. De cerca le sigue Arabia Saudí y Rusia (ambos con un 11% de la cuota mundial). Pero, según la fuente, Estados Unidos importó más petróleo que el que exportó ese año, lo que le aleja de su objetivo de convertirse en un exportador neto. Aunque hay estados como California que apuestan por las renovables y “hay días en los que el 100% de la energía consumida procede de estas fuentes”, todavía “hay que mejorar el sistema”.
Si bien los 27 países de la UE tienen que ponerse de acuerdo para presentar sus objetivos en los Acuerdos de París (entre todos suman unos 447 millones de habitantes, 120 millones más que EE. UU.), Estados Unidos está “más fragmentado”. “Estados Unidos es como un sándwich: las costas son más demócratas, con una tendencia más a pensar en el cambio climático, más sostenibilidad… En cambio, la gran América Central es una América en la que cada uno lleva un coche que a ver cuál contamina más, les da igual el precio de la gasolina. Ahí está la fragmentación”. Picazo lo lamenta: “Por desgracia, el cambio climático siempre lleva la etiqueta política”.
España, Reino Unido, Irlanda, Italia, Austria, Japón y Nueva Zelanda son algunos de los pocos países que ya han declarado la emergencia climática. Estados Unidos coquetea con la idea, pero no termina de declararla. Los defensores del cambio climático aseguran que la declaración otorgaría al presidente el poder legal “para tomar medidas que incluyen poner fin a las exportaciones de petróleo crudo y detener miles de millones de dólares en inversiones estadounidenses en proyectos de combustibles fósiles en el extranjero”, según un artículo del New Yorker.
En España, por ejemplo, la declaración de la emergencia climática posibilitó el lanzamiento de la Ley del Cambio Climático y Transición Energética, pero Washington sigue teniendo sus reticencias porque afecta al voto. “Por ejemplo, si eres pro (de las renovables), pero no lo eres del todo, ahí consigues embolsarte a un buen número de votantes que no te ven como un extremista”, señala Picazo. “Es como si un presidente dijera que a partir de mañana no se vende una sola pistola. Nadie le votaría”, asegura. “Depende mucho de la estrategia política [...] Biden todavía está respetando el hecho de que los combustibles fósiles estén dentro de la fórmula de su campaña política”, asegura. “Estados Unidos tendría que ser el ejemplo a seguir, es una potencia mundial económica, como China. Son países que no están haciendo ni la mitad de lo que están haciendo pequeños países europeos que tienen menos población y otros presupuestos, pero que están haciendo cosas mucho más grandes”.
“Tú has hecho un compromiso en campaña electoral que tienes que cumplir supuestamente [...] Yo creo que lo que quieren (los gobernantes) es estar sentados en el sillón, intentar hacer lo mejor posible lo que puedas hacer en materia de sostenibilidad, cambio climático y demás. Y por lo tanto puedes apretar un poquito, pero no puedes hacer algo contundente que sea diferente a lo que has propuesto para llegar ahí”.
El futuro, la transición verde y un cambio de hábitos necesario
¿Qué tiene que ocurrir entonces para que la transición verde se produzca? Picazo lo tiene claro, la apuesta “tiene que pasar por un cambio de hábitos de los americanos”, pero también por la de los ciudadanos de cualquier otro país. En EE UU. es un objetivo “ambicioso”, porque tiene “una población mucho mayor” que la de España y una forma de vivir “muy diferente, muy cómoda”. Mario explica que el único que hubiera hecho un “cambio radical” en los Estados Unidos es Bernie Sanders, que apostaba por una transición ecológica “muy contundente”, por una educación y una sanidad “para todos”. En definitiva, algo que tenemos en España, “pero que allí se considera comunismo”.
“Las personas que hacen la transición hacen una apuesta por la movilidad sostenible y eso pasa por electrificar el parque móvil, por hacer que el transporte público esté mucho más disponible para los ciudadanos, sobre todo en las ciudades”. Según el Banco Mundial, un 55% de la población del planeta vive en ciudades, y en 2050 será el 70%. ¿Qué consecuencias negativas puede traer esto? La aparición de una próxima pandemia, por ejemplo. Un estudio elaborado por la Universidad de Georgetown y publicado en Nature asegura que el cambio climático alterará las rutas migratorias de ciertos animales (como el murciélago) y la mayor parte de intercambio de virus entre mamíferos se darán en las ciudades y otros centros de población humana, en especial en el sudeste asiático. “Hay que pensar en las ciudades, y Estados Unidos tiene muchas. No sé realmente si Estados Unidos va a llegar a sus objetivos en lo que falta de década, pero tiene que apretar el acelerador. Están por detrás respecto a otros países, está clarísimo”.
Si consultamos el informe Corporate Knights, que elabora una lista con las 50 ciudades más sostenibles del planeta, Madrid se encuentra en el número 13, por delante de Los Ángeles, en la posición número 29. En materia de sostenibilidad en transportes, Madrid recibe una calificación B (siendo A+ la más alta), y Los Ángeles una clasificación D. La capital de España también es menos dependiente de los vehículos (B) que Los Ángeles (C). En el ranking, Madrid es una ciudad más sostenible que cualquier otra urbe estadounidense, que también tiene en la lista a San Francisco (16), Nueva York (19), Washington (24), Seattle (32), Minneapolis (38), Houston (39), y Chicago (41).
Todo está en nuestras manos, dice Mario, pero es difícil cambiar un estilo de vida y el día a día de millones de personas, aunque es algo que ya está ocurriendo. “Creo que el estadounidense que ha vivido siempre con mucha comodidad y no necesita cambiar sus hábitos de vida se está dando cuenta. Creo que empieza a haber gente que se da cuenta de que el cambio climático existe, que hay un impacto tremendo y que tiene que empezar a pensar de una forma diferente”, señala Picazo, que asegura que en EE. UU. “hay un mercado muy potente de potenciar las renovables”. En California, estado que pone de ejemplo de forma recurrente, “se está apostando de una forma contundente por las renovables, por quitar la gasolina y por ser solar, eólica, hidroeléctrica”.
¿Qué está cambiando y por qué?
Pero, ¿por qué cada vez hay más personas conscientes del cambio climático? La guerra en Ucrania y el encarecimiento de la energía ha contribuido al despertar de la población. “Si hay que sacar una lectura positiva de esta guerra es precisamente esa. Es decir, que la gente, los países, los gobiernos, han despertado y se han dado cuenta que necesitamos un sistema, una fórmula sostenible de demanda energética, que no dependa de otros países, que no dependa de los combustibles fósiles y que dependa exclusivamente de lo que tenemos en nuestra zona”.
Los fenómenos extremos también han hecho mella. “La sociedad americana, igual que la española, sí que está dando un giro en muchos aspectos, algo que ya lleva haciendo desde hace bastante tiempo ¿Y sabes por qué está dando un giro? Pues porque nunca han vivido una ola de calor como la que han vivido, ni han visto el agua entrando por debajo de su puerta”. Y es que, para Mario, la pandemia, la guerra y el cambio climático son problemas que “están a la par”.
En todo caso, Picazo insiste en tirar de las renovables y hacerlo de forma nacional. “Tenemos este sol, tenemos viento y tenemos ríos. Vamos a generar casi toda nuestra energía con eso [...] Olvidémonos de comprar el gas y otros combustibles fósiles a países que pueden ser un problema. Y sobre todo porque esos combustibles fósiles tendrían que estar donde tienen que estar, que es bajo suelo”, apunta Picazo.
Ahora bien, ¿puede realmente el humano divorciarse por completo de las energías no renovables y seguir creciendo a este ritmo solo con energías sostenibles? “No podemos hacerlo mañana, pero sí dentro de 20 o 30 años”. El problema, según Picazo, es que todavía no tenemos ni la infraestructura para almacenar toda la energía renovable que necesitamos ni la capacidad para transportarla. La clave está en hacerlo de forma paulatina. “Las gasolinas y el carbón tendrían que estar suprimidos totalmente. Si hay que tirar de combustible fósil hasta que lleguemos a ese punto (de total independencia de los combustibles), se tira. Pero vamos a ir haciéndolo para que de alguna forma las renovables sean las que tiren de las riendas y no los combustibles”.
Cuando pensamos en una transición verde, ese momento en el que la energía consumida sea mayoritariamente renovable, nos imaginamos años redondos. El Acuerdo de París fija objetivos para 2030, pero Picazo cree que será en 2050 “cuando llegaremos” a la sostenibilidad. Pero deberá ser una sostenibilidad global o jamás lo será. “Las ciudades europeas y las asiáticas empiezan a ser de las que son más sostenibles en movilidad porque tienen transporte, porque el parque móvil se regenera rápidamente y empiezan a implantar los vehículos eléctricos e híbridos. ¿Pero qué pasa con todos los coches viejos de estas ciudades europeas? Acaban en países subdesarrollados y ahí siguen haciendo su labor”, señala.
Es decir, que “miles de vehículos” van cada año de Europa a África, donde se siguen utilizando y emitiendo “unas cantidades de gases y de partículas que no emitiríamos nunca en Europa” “¿Qué haces?”, se pregunta: “Simplemente llevar el problema a otro lugar del planeta. No hay fronteras. Necesitamos que esa transición ocurra a nivel global”. Al final, los fenómenos extremos que se producen en todo el mundo son similares. Desde el 1 de enero hasta el 18 de septiembre de este año, en España se habían quemado 261.400 hectáreas, según datos del MITECO. En el estado de California, 148.000, de acuerdo con el Departamento Forestal y de Protección contra Incendios.
Fenómenos extremos, fenómeno global
El verano de 2022 ha sido el más caluroso registrado para Europa y China, el segundo más caluroso para América del Norte y Asia y el quinto período de junio a agosto más caluroso para el planeta Tierra desde que comenzaron los registros en 1880, según los Centros Nacionales de NOAA para Información Ambiental (NCEI). “California, que es donde estoy yo habitualmente y tiene un clima muy similar al mediterráneo, allí tenemos ahora mismo una sequía devastadora”. En España, el año natural de 2022 es el tercero más seco de la serie, con un 26% menos de precipitaciones, superado únicamente por 2005 y 2012. Especialmente secos han sido los últimos tres meses y medio: el periodo comprendido entre el 1 de mayo y el 15 de agosto de 2022 es el más seco desde, al menos, 1950, según la Agencia Estatal de Meteorología (AEMET). “Esto es global: olas de calor muy intensas, incendios, sequías extremas y en otros puntos del país fenómenos extremos como los huracanes y tornados que cada vez son más impactantes. Tenemos ingredientes similares”, asegura Mario.
Todo esto afecta a la investigación y a la predicción del tiempo. Los científicos estiman qué tiempo hará gracias a una serie de fórmulas matemáticas que se van actualizando con el tiempo. ¿Quién determina el tiempo que hará, y por consiguiente, hará que decidas cómo vestirte al día siguiente? “Todos los centros de investigación del mundo. Puede ser una universidad, puede ser una NASA, puede ser una NOAA, puede ser una agencia europea de Medio Ambiente, o sea, todos los centros que están haciendo investigación. No sabes la cantidad de cosas que se hacen para generar un modelo climático que calcule no solo la predicción del tiempo, también la evolución del clima en los próximos años”.
A estos modelos hay que añadirle los efectos del calentamiento global para que sean más eficaces: “ahora empezamos a entender cómo impacta el deshielo del permafrost en el Ártico, en el cálculo de la de la dinámica atmosférica, o cómo impacta el cambio del hielo marino. Si no tienes la información real y no estás representando bien algunos de estos procesos de cambio que están ocurriendo tan rápidamente, tu predicción meteorológica puede verse afectada de alguna manera. Lo que necesitamos con estos modelos numéricos es que estén actualizados al máximo para que tengamos siempre la información más cercana”. Los centros que desarrollan las ecuaciones están “interconectados”, porque cada uno se especializa en un tipo de fenómeno y porque, al fin y al cabo, es algo global.
‘Fuga de cerebros’ en España: la ciencia quiere trabajar fuera
Si es una preocupación mundial, ¿qué podría tomar España de Estados Unidos en materia de cambio climático? El experto no duda un segundo: el potencial en investigación y la financiación. “En España tenemos unos investigadores y unos científicos que son la pera ¿Pero, dónde acaban? Muchos de ellos en Estados Unidos ¿Por qué? Porque los medios para investigar y aportar a nuestros problemas medioambientales, incluso algunos locales, no se cubren, no tenemos los recursos económicos o no los ponemos en el lugar debido para que nuestra ciencia no se vaya a otros países a trabajar”.
Según un estudio del think tank de Bruselas CEPS, entre los años 2007-2017, (cuando estalló la crisis) unos 87.000 trabajadores españoles de alta calificación (título universitario o grado superior) se fueron a otros países de la UE, solo superado por Italia, con 133.000. Por otro lado, el 82% de los jóvenes españoles se iría a otro país para conseguir un trabajo, según el VII Informe Young Business Talents. “Me gustaría que pudiéramos dar condiciones idóneas a nuestra comunidad científica para que se puedan quedar en casa, trabajar, buscar soluciones que seguramente conocen mucho mejor que gente de fuera y que podamos avanzar mucho más rápidamente en esa materia”.
Según el ranking de científicos españoles que trabajan en el extranjero, hay al menos 1.918 científicos de nuestro país que trabajan fuera y han sido citados al menos una vez en Google Scholar. “Hay mucha fuga de cerebros por desgaste y eso que eso hay que cuidarlo y hay que poner un buen tapón, porque yo creo muchos se quieren quedar, yo también me quedaría aquí, pero al final también buscas oportunidades en lugares donde puedes hacer cosas que te gustaría hacer y que no puedes hacer en tu lugar de vida”, lamenta Picazo.