Israel, al borde del abismo
El país se retuerce en contra de la polémica reforma que el Gobierno quiere aprobar a toda costa para limitar el poder judicial.
Si no es la más grande de su historia, Israel enfrenta estos días la mayor crisis interna e institucional desde su nacimiento como Estado. La polémica reforma judicial impulsada por el primer ministro, Benjamín Netanyahu, se presentó hace doce semanas, las mismas que lleva el país bajo unas manifestaciones multitudinarias que congregan casi a diario a cientos de miles de israelíes en las calles del país. ¿Qué está pasando en Israel y por qué el pueblo se opone?
El Gobierno de Israel propone dar más poder al Ejecutivo (Knesset, nombre del parlamento israelí) para que pueda tumbar una decisión del Supremo. Además, plantea que el Ejecutivo elija a los jueces de la cámara, dándole mayoría en el comité que los escoge. Los israelíes ven en la propuesta el fin de la separación de poderes. En Israel, sólo el Supremo y el asesor legal (figura que ahora quieren reducir a “consejero”) limitan el poder político. En Occidente, el poder Ejecutivo puede tener hasta siete contrapesos: los expertos dicen que la reforma “dejaría un sistema con escaso equilibrio de poderes” en Israel.
Los promotores de la reforma, encabezados por el ministro de Justicia, Yariv Levin, consideran que el Supremo toma las decisiones de manera ideológica. El objetivo no es otro que el de debilitar el poder del Tribunal Supremo y modificar el sistema de elección de los jueces. Las masivas protestas continúan tres meses después, pero lo que ocurrió este domingo fue la gota que colmó el vaso para los manifestantes.
El sábado, el ministro de Defensa de Israel, Yoav Gallant, pidió públicamente en un discurso la paralización de la reforma judicial. Fue la primera gran quiebra interna en el Gobierno de Netanyahu: “Por la seguridad de Israel, por nuestros hijos e hijas, debemos detener el proceso legislativo”. El ministro de Defensa es considerado el segundo político más importante después del primer ministro. En un país en constante conflicto, el primer mando de las Fuerzas Armadas cuenta con un gran apoyo popular y es quien mejor conoce la situación de la seguridad nacional y los conflictos internos. En su discurso, aseguró que la quiebra “no se ha quedado fuera de las Fuerzas Armadas”. “Nunca se había visto antes la dimensión que han alcanzado los sentimientos de rabia, decepción y miedo”, señaló.
Fue un destello de esperanza para los opositores y manifestantes. Pero como todo destello, duró poco. Un día después de su discurso, este domingo, Netanyahu destituyó a Gallant, y el pueblo, enfurecido por la decisión, ha tomado las calles de forma espontánea esta madrugada. Rompieron la barricada que las autoridades formaron en las cercanías de la residencia de Netanyahu y llegaron a congregarse delante de su casa. Ronan Bar, el jefe de la Shin Bet, los servicios de inteligencia internos de Israel, tuvo que ir a la residencia del primer ministro.
Consecuencias históricas tras la destitución de Gallant
Pero ese solo es el comienzo de la respuesta popular, institucional e incluso empresarial. ¿Qué ha ocurrido tras la destitución de Gallant?
Estos son solo algunos de los movimientos que ha producido la destitución del ministro de Defensa en tan solo unas horas. Ante tal respuesta, según informó The Times of Israel, Netanyahu está barajando “detener” la reforma judicial. No cancelarla, sino pausarla. El ministro de Justicia, Yariv Levin, ha amenazado con dimitir si eso ocurre.
¿Por qué el Gobierno de Israel quiere cambiar el sistema judicial?
Una de las explicaciones más recurrentes es que Netanyahu, que está bajo acusación por corrupción, podría evitar la cárcel gracias a la reforma judicial. Si resultase condenado por alguna de las causas que tiene abiertas, podría apelar al Supremo con el poder de la Knesset. Levin, quien lidera la reforma, obsesionado con modificar el poder del tribunal desde el inicio de su carrera política, aseguró que las imputaciones de Netanyahu le “convencieron” de la necesidad de “corregir” el sistema.
De momento, la Knesset aprobó el jueves una ley que dificulta la inhabilitación del primer ministro al circunscribir las causas para apartarlo del cargo a una condición física o mental, según explica El País. “En la práctica, la norma impedirá que el primer ministro, Benjamín Netanyahu, sea inhabilitado por la actual consejera, Gali Baharav-Miara, por el potencial conflicto de intereses que supone liderar una reforma para debilitar el Tribunal Supremo mientras está imputado en tres causas por fraude, cohecho y abuso de confianza”, señala Antonio Pita, corresponsal del medio citado.