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Hungría ‘rompe’ la línea de la Unión Europea

El primer ministro húngaro se reafirma en su equidistancia entre Kiev y Moscú mientras el resto del continente cierra filas en torno a Zelenski.

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BUDAPEST, HUNGARY - FEBRUARY 18: Hungary's Prime Minister Viktor Orban delivers his annual state of the nation speech in Budapest, Hungary on February 18, 2023. (Photo by Arpad Kurucz/Anadolu Agency via Getty Images)
Anadolu AgencyGetty

Viktor Orban lleva años siendo un dolor de cabeza para muchos de sus colegas europeos. El jefe de gobierno de Hungría ha sido, desde su ascenso al poder, una nota discordante en la región. Siempre ha hecho gala de su independencia frente a Bruselas, y es uno de los baluartes del euroescepticismo reciente. Con una línea política marcadamenteá conservadora, Orbán está en el punto de mira, entre muchas otras cosas, por su polémica postura frente a la invasión de Ucrania.

Mientras todo el continente se situa detrás de Zelenski y continúa contribuyendo al esfuerzo de guerra ucraniano, el primer ministro húngaro ha optado por mantener la equidistancia entre Kiev y Moscú. Una suerte de “tercera vía” marcada por el temor a las consecuencias que una ruptura económica con Putin tendría para la economía de su país. Y es que los lazos entre Hungría y Rusia son estrechos debido, en parte, a la lejanía política del ejecutivo actual con los valores europeos y a la relativa cercanía geográfica —aunque, en realidad, es con Ucrania con quien colinda—.

Desde que estalló la guerra, que el próximo 24 de febrero cumplirá un año, Orbán ha autorizado envíos de ayuda humanitaria a territorio ucraniano, pero se ha negado rotundamente a discutir la posibilidad de enviar armamento. De hecho, recientemente acusó a sus socios europeos de haber escalado el conflicto con su apoyo bélico a la nación invadida. Según el mandatario húngaro, la guerra contra Rusia no es su guerra. “Si queremos la seguridad de Hungría y asegurar su paz, solo tenemos una única opción: mantenernos fuera del conflicto entre Rusia y Ucrania”, declaró en un discurso recientemente.

Un líder díscolo

Orbán ya dio que hablar la semana pasada, después de que se compartieran las imágenes de la reunión de Zelenski con todos los jefes de gobierno de los estados miembro de la unión. Mientras que los demás dirigentes se mostraron extremadamente amables y solícitos con el invitado, el húngaro hizo gala de una extraordinaria frialdad y lejanía, llegando al punto de ser el único entre los anfitriones que no aplaudió a Zelenski a su llegada.

Ucrania no es el único punto de desacuerdo entre Orbán y el resto del continente. Las acusaciones de mermar la calidad democrática en Hungría han sido constantes en los últimos tiempos, así como la denuncia de sus polémicas posiciones respecto a los derechos de los homosexuales. Esto choca frontalmente con el espíritu pluralista y occidentalista que las instituciones europeas predican prácticamente desde su fundación. Todo esto llevó a la expulsión del Fidesz, la plataforma de Orbán, del Partido Popular Europeo, algo que terminó de asentar el paulatino viraje hacia la derecha experimentado en el país.

No obstante, Orbán cuenta con una amplísima mayoría parlamentaria. Su partido ocupa 135 de los 199 escaños del parlamento húngaro. La oposición europeísta está cada vez más acorralada en una nación que ha seguido la senda del culto a a la personalidad. Viktor Orbán se ha vuelto fuerte apuntalando su figura y erigiéndose en uno de los últimos defensores del tradicionalismo en Europa. De momento, parece enrocado en su equidistancia respecto a la guerra, mientras los órganos de la Unión Europea tratan en vano de reconducirlo hacia una política común que plante cara al expansionismo ruso.