¿Has opinado alguna vez de un tema sin saber? Así funciona el efecto Dunning-Kruger
Un estudio realizado por David Dunning y Justin Kruger demuestra que las personas, cuanto más incompetentes son, más creen saber.
Casi seguro que en más de una ocasión te has enredado en una conversación que no parecía tener fin. Uno no entra en razón, otro defiende sus ideas aunque estén cogidas por pinzas y otros hacen parecer que les estás hablando en chino. Nadie entiende ni quiere entender nada de lo que dice el resto.
El efecto Dunning-Kruger explica este fenómeno de forma muy sencilla: cuanto menos sabemos, más creemos conocer. Las personas que se encuentran bajo el efecto Dunning-Kruger tienden a sobreestimar sus habilidades, ignoran sus carencias e intentan imponer sus opiniones sobre la del resto.
El efecto nació en 1990. El profesor de Psicología social de la Universidad de Cornell, David Dunning, decidió investigar el fenómeno después de que un hombre de 44 años atracase dos bancos en pleno día en Pittsburg con la cara descubierta. Sus amigos le hicieron creer que, si se ponía zumo de limón en la cara, esta sería invisible y podría robar los bancos sin dificultad. Creyó su propia mentira y acabó arrestado. ¿La incompetencia ciega a la persona?
La investigación de Dunning y Kruger
Tras este caso, Dunning y su colega Justin Kruger llevaron a cabo una investigación. A través de cuatro experimentos, los psicólogos analizaron las competencias de los participantes en gramática, humor y razonamiento lógico. Primero les pidieron que indicasen su grado de competencia en esos ámbitos. Después, les sometieron a unas pruebas para evaluar el verdadero nivel que tenían.
Sorpresa. Cuanto mayor era la incompetencia del participante, menos consciente era de ella, mientras que los más competentes tendían a infravalorar sus habilidades. Además, los menos preparados solían ignorar la competencia del resto. De esta forma nació el efecto Dunning-Kruger.
¿Por qué ocurre esto? Para poder hacer algo bien necesitamos un mínimo de habilidades, conocimientos y competencias. Sin ellas, no somos capaces de manejar el baremo de qué es bueno y qué no. Por ejemplo, una persona puede pensar que cocina a las mil maravillas si en realidad cocina muy mal. Esto se debe a que no tiene conocimientos y habilidades que le permita conocer en qué se equivoca. Por ende, piensa que cocina bien.