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CIENCIA

Un estudio señala por qué los pacientes con COVID persistente tienen fatiga

La menor producción de energía de las mitocondrias de los enfermos sería uno de los causantes de esta enfermedad con la que los científicos no se ponen de acuerdo.

Actualizado a
Nuevos datos muestran que la dosis de la vacuna contra COVID-19 de Johnson & Johnson genera una actividad fuerte y persistente contra la variante Delta.
Armando FrancaAP

Casi cuatro años después del primer contagio en España, el Covid-19 ha desaparecido casi por completo del debate público. Las cifras diarias, el número de contagios, las mascarillas, la distancia de seguridad, poco a poco la enfermedad remitió no solo como virus, sino como fruto de nuestras preocupaciones. Y pocos son los que quieren echar la vista atrás. Sin embargo, hay personas que, a diferencia de los que han podido pasar página, aún conviven con los síntomas de un virus que dejó en España más de 120.000 muertos.

Diversidad de opiniones

La COVID persistente o COVID crónica es una afección que afecta a personas que han sufrido la infección del virus SARS-CoV-2 y no han visto remitir sus síntomas al cabo de varias semanas. La gran cantidad de síntomas existentes, la multitud de criterios utilizados a la hora de definir qué es la COVID persistente y la falta de estudios e investigaciones sobre el tema provocan que a día de hoy se cuente con muy poca información al respecto. Por ejemplo, según el criterio que se utilice, el porcentaje de pacientes que sufren covid persistente tras pasar la enfermedad varía entre el 10% y el 80%.

Síntomas

Algunos de los síntomas más comunes son la pérdida en el sentido del gusto o el olfato, cansancio crónico, tos recurrente, fatiga y niebla mental, aunque, una vez más, según la fuente que se consulte la lista puede ser mucho más extensa. Además, muchos de los pacientes por COVID persistente sienten “malestar” sin poder precisar exactamente las causas. Algunas de las opciones que se barajan que puedan provocar la aparición de COVID persistente son; una desestabilización del sistema inmunitario tras la infección aguda, la permanencia del virus en algunos tejidos o la formación de coágulos de sangre durante la primera fase de la enfermedad, lo que puede afectar a la circulación, a las articulaciones e incluso al cerebro.

Nuevo descubrimiento

Un grupo de investigadores holandeses ha arrojado algo de luz a este asunto tras publicar un estudio en el que participaron 25 personas con COVID persistente y 21 personas sanas. Los científicos han descubierto “cambios claros en los músculos” de aquellos que sufrían la enfermedad, específicamente en las mitocondrias de las células musculares, que producían menos energía de lo normal. Los científicos compararon muestras de sangre y tejido muscular una semana antes y un día después de la prueba, en la que los pacientes tuvieron que pedalear en una bicicleta estática durante 15 minutos. Los esfuerzos físicos, cognitivos o emocionales más allá de ciertos umbrales provoca en las personas con COVID persistente un empeoramiento de sus síntomas.

La investigación no ha hallado restos de partículas de COVID en el organismo ni ningún tipo de problema en el corazón o los pulmones, por lo que estos hallazgos podrían ayudar a encontrar una cura más eficaz para los enfermos. Hasta ahora el tratamiento más eficaz utiliza la metformina, que reduce la incidencia en un 41%. Según diversos estudios, la COVID persistente remite en la mayoría de los casos entre 6 meses y un año más tarde de haber sido contraída.

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