Ciencia

Los extraños barriles desataron el escándalo sanitario en el océano y los científicos han descubierto su contenido

En 2020, se descubrió un cementerio de residuos industriales en la costa californiana. Hoy, tras años de investigación, se sabe qué tipo de toxicidad desprenden.

Los extraños barriles desataron el escándalo sanitario en el océano y los científicos han descubierto su contenido
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A simple vista, el océano Pacífico que baña las costas de California, Estados Unidos, parece intacto. Sin embargo, a varios cientos de metros bajo la superficie se esconde una herencia tóxica de proporciones incalculables: miles de barriles industriales abandonados durante décadas, que aún hoy siguen liberando veneno en el mar.

El caso salió a la luz en 2020, cuando un reportaje del tabloide Los Angeles Times reveló la magnitud del que catalogó como “cementerio de residuos submarino”. Posteriormente, otras investigaciones recogidas por la revista Live Science, ampliaron la dimensión del hallazgo, y numeraron 27.000 contenedores sospechosos y hasta 100.000 restos industriales, que se distribuyen en al menos 14 vertederos subacuáticos.

Y es que este desastre medioambiental no es más que el fruto de una práctica industrial prolongada en el tiempo y sistemática. Hacia los años 30, la industria química, petrolera y metalúrgica californiana encontró en el océano un vertedero cómodo y barato. Durante cuatro décadas, hasta los años 70, los barcos cargados de residuos radiactivos, químicos e incluso explosivos que llegaban a puertos del Estado Dorado fueron soltando sus desechos en el mar.

Según Ouest France, Entre las empresas señaladas figura la Montrose Corporation, que habría arrojado hasta 2.000 barriles al mes al océano. En aquella época, las consecuencias ambientales no figuraban en la ecuación operativa.

Hoy se sabe el contenido de los desechos, y qué daños provocan

Durante años se sospechó que los barriles guardaban diclorodifeniltricloroetano o DDT, un pesticida sintético utilizado en el pasado para erradicar poblaciones de insectos portadores de plagas agrícolas, como la malaria. En la actualidad, debido su alta toxicidad y persistencia en los tejidos grasos de los organismos y del medio ambiente, está estrictamente prohibido en buena parte del mundo.

Sin embargo, un equipo liderado por la microbióloga marina e investigadora en la Universidad de California, Johanna Gutleben, ha revelado un escenario distinto. Tras analizar los sedimentos alrededor de los miles de barriles, se ha descubierto que los residuos son extremadamente alcalinos y cáusticos, es decir, tienen la capacidad de destruir la materia orgánica y de liberar metales pesados. Y, probablemente, no contienen DDT.

“Todas las muestras tomadas junto a los barriles mostraban un pH extremadamente alto”, señalan los investigadores en los resultados publicados en la revista PNAS Nexus. Por sus características, estos desechos invitan a intuir que provienen de industrias como la del cemento, el vidrio, la siderurgia o las fábricas de papel.

Una zona muerta

El impacto, evidentemente, es devastador. Las pruebas de ADN microbiano realizadas también en el estudio de Gutleben, muestran una ausencia casi total de vida en la zona.

No obstante, lo más alarmante, advierten los científicos, es la persistencia de estas sustancias, ya que, más de medio siglo después, siguen sin disiparse en el océano. Eso las convierte en contaminantes duraderos con efectos medioambientales imprevisibles a largo plazo.

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“Necesitamos más investigaciones para cuantificar cuántos barriles con residuos alcalinos hay y cuál es el verdadero impacto en el ecosistema marino”, concluye Paul Jensen, coautor de la investigación.

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