Ciencia

El peligroso legado tóxico que persiste en el Pacífico 80 años después del fin de la Segunda Guerra Mundial

Una fauna marina contaminada, nacimientos con malformaciones o cáncer de vejiga son solo algunos ejemplos de las consecuencias actuales del conflicto.

La guerra en el Pacífico duró cuatro años en una lucha constante entre Japón y los aliados después del ataque de Tokio a una base naval estadounidense en Pearl Harbor, Hawaii, en diciembre de 1941.
Museo Nacional de la Marina de los Estados Unidos
Marta Tejedor
Actualizado a

La detonación de ambas bombas atómicas en Hiroshima y Nagasaki pusieron fin a la Segunda Guerra Mundial con la rendición de Japón en su lucha contra los aliados. El 2 de septiembre de 1945 acabó el que sería uno de los mayores conflictos a escala mundial, peros sus consecuencias aún siguen estando vigentes para muchas personas.

Los países del pacífico siguen encontrando buques hundidos, aviones estrellados o bombas sin explotar en zonas poco frecuentes. El rastro que dejó la guerra en países como Vietnam, Gaza, las Islas de Salomón, Palaos o Papúa Nueva Guinea permanece hoy en día, perjudicando la salud de las personas y de la flora y fauna oceánica.

Los restos de embarcaciones o bombas contienen sustancias tóxicas que filtran combustible, metales pesados y otras sustancias peligrosas en ecosistemas frágiles, según un estudio del Centro Internacional de Desminado Humanitario de Ginebra. Al terminar la guerra, las armas y los transportes utilizados se dejaron abandonados, acumulando una cifra aproximada de 3.800 naufragios en el Océano Pacífico, según informa otro estudio publicado en el Boletín de contaminación marina.

Más de 200 bombas debajo de una escuela

En el puerto de Koror, Palaos, un barco japonés hundido en la Segunda Guerra Mundial sigue soltando a día de hoy ácido en las aguas circundantes. Un estudio sobre la contaminación ambiental en el Mar Báltico ocasionada por artefactos de guerra ha confirmado el descubrimiento de aproximadamente 3.000 kilos de sustancias químicas disueltas en la zona.

La liberación sin control de sustancias tóxicas afecta gravemente a los arrecifes de coral y los manglares, fundamentales para la protección costera. Los investigadores han demostrado que en Puerto Rico, los animales marinos cercanos a las municiones sin detonar halladas en el agua, contienen compuestos potencialmente tóxicos.

En Islas Salomón aún se siguen encontrando bombas sin explotar enterradas en el suelo. El año pasado, por ejemplo, se encontraron más de 200 bombas debajo de una escuela. En Palaos y Papúa Nueva Guinea también es frecuente este tipo de hallazgos por parte de agricultores que trabajan sus tierras, niños jugando en el campo o pescadores trabajando.

Cáncer y malformaciones por toxicidad

Las bombas encontradas bajo el suelo suelen contener combustible y metales pesados como plomo y cadmio. Estos materiales pueden interferir en el sistema hormonal del cuerpo y causar graves problemas de salud. La exposición de los padres a contaminantes en tiempos de guerra ha llevado a casos de nacimientos con malformaciones en lugares como Vietnam o Gaza, según un estudio publicado en la Biblioteca Nacional de Medicina.

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La exposición ocupacional a compuestos explosivos puede poner en riesgo la salud humana a largo plazo. Según un estudio de técnicos de munición del Ejército británico, se ha descubierto también cómo las personas expuestas a este tipo de tóxicos presentan una tasa de cáncer de vejiga significativamente más alta que el resto del mundo.

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