El lugar del mundo donde apenas ha llovido en los últimos millones de años
En el extremo sur del planeta, se encuentra una de las zonas más secas y áridas de la Tierra, curiosamente, rodeada de hielo.

Cuando se piensa en sequedad extrema es inevitable imaginarse las rocas reptantes del Valle de la Muerte o los vastos terrenos arenosos del desierto del Sahara. Sin embargo, y paradójicamente, una de las zonas donde no ha llovido en millones de años no es un lugar con temperaturas altísimas, sino todo lo contrario.
Y es que en la Tierra de Victoria, en la parte oriental de la Antártida, se encuentran los valles secos de McMurdo o Valles Secos, un conjunto de llanuras rodeadas de glaciares que tienen la peculiaridad de ser la mayor zona del sexto continente desprovista de hielo. Allí, a temperaturas que pueden alcanzar los 50 grados Celsius bajo cero, caen menos precipitaciones que en el desierto de Atacama, considerado por la humanidad como el lugar más seco del planeta.
El conglomerado de valles abarca 4.800 kilómetros cuadrados, una ínfima parte del continente, pero está cercado por el lago Vida, congelado la mayor parte del año, y por el río Onyx, el más largo del polo sur. Pero, entonces, ¿cómo es posible que no haya caído una sola gota de agua o de nieve en tantísimo tiempo? La respuesta, como suele protagonizar la naturaleza misma, está en sus características climáticas.
Desde vientos de 320 km/h hasta cataratas teñidas de rojo
Los Valles Secos tiene tres principales llanuras, las de Victoria, Wright y Taylor. A sus alrededores, se erigen las altas cumbres de las Montañas Transatlánticas con altitudes de más de 4.500 metros, que impiden la irrupción de masas húmedas provenientes de las fuentes hidrográficas cercanas. A este aislamiento se le añade el desnivel entre zonas, que provoca los denominados “vientos catabáticos” o vientos descendentes, que alcanzan rachas de hasta 320 kilómetros por hora y que ,literalmente, arrasan los valles. Si alguna partícula húmeda, ya sea en forma de agua, hielo o nieve, se cuela, estas corrientes huracanadas se encargan de evaporarla.
Mientras que en las cimas de los montes y en el resto del continente, el hielo y la nieve se acumula gracias a la condensación del aire cálido y húmedo que asciende desde el mar, en los Valles Secos lleva sin llover dos millones de años. Si bien hay algunos registros no oficiales que indican que si caen precipitaciones, eso sí en menor cantidad que los 15 mm por año del Desierto de Atacama, las circunstancias climáticas invitan a descartar dichos conteos.
No obstante, esta condición extrema y única en el mundo no ha sido impedimento para la vida, sobre todo para la que mejor se adapta a ello: la microscópica. Y es que en los últimos años, se han encontrado bacterias ultrarresistentes que se protegen del aire seco de las llanuras en el interior relativamente húmedo de las rocas. Cada verano, con el deshielo, el suelo se enriquece de nutrientes, lo que propicia la proliferación de estos microorganismos. Según los científicos, los Valles Secos son tal vez el medio ambiente terrestre que más se parece a Marte.
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Un ejemplo paradigmático de estas bacterias son las anaeróbicas que se encuentran debajo del glaciar Taylor, por encima del valle homónimo. Allí, los microbios, cuyo metabolismo se basa en el hierro y el azufre, protagonizan una estampa idílica al teñir de rojo el hielo y formar las denominadas Cataratas de Sangre. Otra demostración más de que no hace falta que llueva para que la vida se abra paso.
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