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CIENCIA

El glaciar más grande de España entra en estado “terminal”

Las temperaturas extremas de los últimos años han acelerado su deshielo. Solo el año pasado el glaciar del Aneto perdió tres metros de grosor.

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El glaciar más grande de España entra en estado “terminal”
PLANETARY SCIENCE INSTITUTE/JEFF

El cambio climático está dejando preocupantes escenas a lo largo y ancho del planeta Tierra. Desde fuertes deshielos en el Ártico hasta olas de calor cada vez más intensas, con cambios drásticos de temperaturas y casi la ausencia de estaciones ‘puente’ como el otoño y la primavera. El paso de un frío polar a un intenso calor es cada vez más común y los efectos de esto se dejan notar cada vez más.

Ejemplo de ello es la situación en la que se encuentra el mayor glaciar de España, el del Aneto. Así lo atestigua la reciente expedición al lugar de un grupo de biólogos y geógrafos, cuyo objetivo era investigar una especie de moco negro aparecido sobre la superficie del hielo. Tal y como explica El País, se trata de crioconitas, un conjuto de bacterias, polvo y arqueas (organismos unicelulares sin núcleo) que supone un indicio más del estado ‘terminal’ en el que se encuentra.

Unas manchas que, además de acumular calor, incrementan la fusión del hielo, ya acelerada tras dos veranos con temperaturas extremas en buena parte del país. El reciente estudio, el más completo sobre la evolución del hielo en este glaciar, uno de los más destacados de los Pirineos, arroja unas conclusiones desalentadoras. Desde el año 1981 hasta la actualidad, su tendencia de desaparición se incrementa poco a poco y las últimas olas de calor han multiplicado por tres este proceso.

Y para muestra, un botón: solo el año pasado, con un verano marcado por temperaturas de récord en muchas zonas del país, el hielo perdió hasta tres metros de grosor de media. Una situación delicada, cuando en total, desde 1981, el mismo grosor ha perdido treinta metros, como un edificio de diez planas. Desde el año 1850, cuando las temperaturas de la Tierra empezaron a subir de forma paulatina, se ha ido reduciendo el número de glaciares en los Pirineos: de los 52 glaciares de entonces a los 21 de 2020, con una pérdida de casi el 90% de la superficie.

Diez años de vida

A este ritmo, al Aneto apenas le queda una década con hielo en lo alto de sus montañas. Así lo advierte Nacho López-Moreno, investigador del Instituto Pirenaico de Ecología y experto en estos glaciares. “En los últimos años, el glaciar venía perdiendo un metro y medio de grosor al año. Teniendo en cuenta que de media queda un grosor de unos 11 metros, en unos 10 años el Aneto ya no será un glaciar. Pero si además tenemos veranos como el de 2022, aguantará mucho menos”, explica.

Junto con la inestimable colaboración de su equipo ha estado estudiando los últimos hielos perpetuos de España, con un exhaustivo nivel de precisión. Para el último estudio desplegaron un georradar, tirado por cinco personas durante dos días y a lo largo de siete kilómetros caminando por el hielo. Un sistema que, a la postre, resultó “vital” para conocer el estado exacto del espesor del hielo, añade Eñaut Izaguirre, geógrafo de la Universidad del País Vasco. “Con el deshielo estas montañas se están volviendo más peligrosas”, advierte.

Y es que ya apenas queda superficie para acumular las nieves invernales. Se ha partido en dos zonas, y la mayor de ellas pronto se fragmentará en otras tres, acelerando su desaparición. Cada vez más, el hielo de las grietas de las rocas se derrite y caen bloques, siendo más comunes los desprendimientos en verano, cuando más visitantes hay. Los restos quedan por encima del hielo, acelerando esta fusión.

Tras los hielos, lagos

Es la situación que espera a estos glaciares una vez se derritan. Como ya ha ocurrido con el lago formado en 2015, el Innominato. Situado a 3.150 metros de altitud, es el más alto del Pirineo. Con la desaparición de los glaciares se forman estos lagos pirenaicos, conocidos como ibones. Según explica Ixeia Vidaller, investigadora del IPE, el paisaje del Aneto podría dar cabida a varios ibones cuando no quede hielo. “Aunque pueden caer tantas rocas desprendidas de las paredes que podrían llenar esos depósitos”, sentencia.