Olviden a Alonso
No merece la pena colegas, háganme caso, olviden al tal Alonso, es un pesado, otro año van a estar los periodistas estos suyos con el rollo, con la eterna historia… parece que estoy viendo los titulares: “Alonso, a por el título de F1”. Así. Tal cual. La verdad es que podría escribirles la noticia, la crónica o como lo llamen, siempre es lo mismo. Luego están las excusas, siempre tiene excusas, que si el coche, que si los mecánicos (siempre está echando pestes de los mecánicos que eso lo he oído yo, no, no he ido nunca a un gran premio, pero lo sé), que si la mala suerte, que digo yo que un año a lo mejor, pero ¿siempre es mala suerte?, que si no gana será porque ya no es tan bueno, si es que alguna vez lo fue, porque el Renault aquel volaba que si no… si no ganó ni con un Ferrari que siempre estaba de los últimos, menos mal del motor del Renault que si no.
Que si no…
Es curioso cómo se habla de Fernando Alonso en España. Estas primeras líneas las podría haber escrito cualquier periodista de fútbol o algo así o el cuñado de enfrente en la cena de Nochevieja hay algunos, aunque también honrosas excepciones, que piensan que esto de la F1 es como su deporte. Y no. Esto es otra cosa. Y Alonso también es otra historia. Estamos hablando de un tío que tiene dinero para varias generaciones, que se lo ha ganado con su talento y jugándose la vida en cada curva, alguien que ha ganado dos títulos mundiales con un padre que trabajaba como maestro industrial en una fábrica de explosivos y una madre dependienta del Corte Inglés, quizá ahí esté la clave, y alguien que sigue estando considerado el mejor piloto del mundo y uno de los mejores de la historia. Así. Tal cual se lo digo. Vayan… como yo voy. Y pregunten. Verán.
Si no… olviden a Alonso.